Victor Guerrero (Morelos, México. 1991) es actor y dramaturgo. Se graduó en Comunicación en el Instituto Tecnológico de Monterrey. De padre dómine en las Ciencias Exactas y madre catedrática en Historia y Economía. Cursó estudios de “Screewriting” y “Acting for film” en la “New York Film Academy”. Participó en la antología “Vorágine novel, nacidos en los 90”. Actualmente dedicado a la enseñanza de La lengua inglesa y filosofía y trabaja en sus obras iniciales las cuales se destacan por sus tintes surrealistas y su poesía a verso libre.

NUEVOS AUTORES; VICTOR GUERRERO

LA FLOR DE MI CREENCIA

Yo no creo en el tiempo recto 

no es natural o humano, 

para mí es un animal circular,

como el ave que nace al morir de nuevo,

como la familia que no hemos tenido pero que estamos por recordar.

La vida que me cobija es una fauna de incredulidades,

ni política, ni patria es la bestia que mi mente resguarda,

ni la fiera duda metódica tiene cuarto propio,

mi vida era así: Una alimaña reptando sin conocerte

Hoy, el retoño de un destino roto, 

pero que encaja perfecto,

hechas raíces gruesas en mi pecho

¡Elevándose devora el cielo!

esa es la flor de mi creencia 

Yo creo en tus dedos aterciopelados, vacilando tu margarita,

en tus ojos de girasol, atrapando la luz neón prohibida,

 en los rayos de astro rey, peinando tu traviesa coleta

y en los pétalos de tu risa que encomiendan al reloj para que duerma un rato. 

Por eso renuncio a todos los reinos convenidos, 

es necesario el desacuerdo eco sistémico,

pues hoy sé que creo en el amor,

porque creo en ti 

y eso me basta para hacer del tiempo el círculo de nuestras flores.

LA BOCA EN EL CIELO

Dios escapa las sílabas al abrir la boca,

el firmamento las cristaliza en el poeta,

una a una brotan del cielo, 

caen como lanzas a cuenta gota, 

en los oídos del dibujante textual, 

las palabras escuchan el silencio.

Es la caída vitral que asciende a la tierra, 

Ahí conversan los vocablos sobre las lanzas de vidrio, 

ahora son sustantivos de flores que germinan, 

son botones las ideas abiertas,

 son pétalos de pensamiento sus adornos, 

la verdad los pistilos de creencia no están polinizados, 

pues no hay abeja sin aguijón en la mentira,  

así el jardín de la opinión madura:

Fresco, llenando los tallos de piel de letra,  

abriendo el huerto en la lengua del que escribe. 

¿Cómo cultivar así en la tierra como en el cielo?

Deben ser uno mismo, deben ser todos de uno,

Dios, el firmamento y el poeta, 

El poeta de Dios y su firmamento repleto de espejos, 

¡No olvidar! que justo arriba de la omnipotencia, 

Las vocales son el manto de agua que riega el verbo, 

allí abre la boca el cielo lloviendo por fin palabras eternas.

EL JUEGO DE LAS CANICAS

Las canicas juguetean en el polvo, 

otra vez me susurran la apuesta, 

oigo las pequeñas risas rebotando hasta las nubes, 

son las niñas haciendo travesuras:

por eso los moños azules le rascan la panza al viento.

Sé que es la Verdad porque tiene mil risas de cobalto,

 hoy lleva la que más me gusta, 

y risoteando en el centro de sus pupilas, 

están los moños escarlatas que aprietan puños de tierra, 

allí, reconozco a la Realidad,  

hoy se ha puesto la sonrisa hasta el cuello,

es la única que tiene.

¿A qué juegan las queridas canicas?

Apuestan a sacar la munda, la enfermedad de la vida, 

La de todo jugador: De la mujer y del hombre.

Son canicas que tiran en las palmas de la Verdad, 

como flameantes balines aceitosos,

su anterior dueña, de yemas requemadas,

es la más vulgar jugadora: 

la cotidianidad. 

Pero estoy seguro, 

aunque la muerte se antoja como saludable recompensa,

hasta para colgar los huesos en la red, 

pondrá de rodillas a la carne de todos,

y deseosa implorará enfermar de vida una vez más.

Así, las niñas lo saben,

sigo malhumorando al café en las mañanas,

ruego que del viernes siga el viernes para perder las canicas del sentido,

 y nadar las amargas neuronas en la dulce embriaguez seca de la única apuesta. 

En este juego la Verdad siempre me engatusa,

me envuelve en un regalo y le pinta la piel de cielo,  

la supervivencia lo recibe crudo,

hastiada de las mil risas amarradas al moño, 

arroja el presente al polvo,

pulverizando las canicas martas, los sueños y las esperanzas. 

Ahí está paciente, otra vez, pegando el cachete al piso, 

Sin saber cómo estoy,

 pero sabiéndose feliz, 

la Realidad está roja de risotear en mis pupilas. 

Por eso todos tenemos canicas rotas,

Todos queremos la risa índigo, y así,

rascarle la panza a un viento de mil caras,

no es para tomarlo a mal, 

pero por muy pícara, la Verdad sólo perderá,

pues en el juego de las canicas siempre gana la Realidad.

Victor Guerrero (Morelos, México. 1991) es actor y dramaturgo. Se graduó en Comunicación en el Instituto Tecnológico de Monterrey. De padre dómine en las Ciencias Exactas y madre catedrática en Historia y Economía. Cursó estudios de “Screewriting” y “Acting for film” en la “New York Film Academy”. Participó en la antología “Vorágine novel, nacidos en los 90”. Actualmente dedicado a la enseñanza de La lengua inglesa y filosofía y trabaja en sus obras iniciales las cuales se destacan por sus tintes surrealistas y su poesía a verso libre.NUEVOS AUTORES; VICTOR GUERRERO