CUENTO CRUENTO
Érase una vez en los Balcanes
en un país de campesinos,
donde en un solo día, trágicamente,
murió una tropa de pequeños.
Eran todos de la misma edad,
juntos, iban a la escuela
asistían las mismas celebraciones
fueron vacunados contra las mismas enfermedades
y así, murieron en el mismo día.
Érase una vez en los Balcanes,
en un país de campesinos,
dónde en un solo día, trágicamente,
murió una tropa de pequeños.
Cincuenta y cinco minutos
antes de su muerte
la pequeña tropa
estaba en la escuela,
resolviendo las mismas tareas.
Sus pensamientos estaban llenos de números
y sus cuadernos con diversas notas.
Compartían los mismos sueños y secretos,
de patria, de amor,
y les parecía que, por mucho, mucho tiempo,
caminarían bajo del cielo azul,
hasta que cumplieran sus metas y objetivos.
Érase una vez en los Balcanes
en un país de campesinos,
donde en un solo día, trágicamente,
murió una tropa de pequeños.
Una gran tropa de niños
que se agarraron las manos
y salieron de su última clase,
tranquilos,
como si la muerte no significase nada,
y en ese preciso momento
los fieles amigos entraron
en la morada eterna.
.
.
NO TENGO MÁS TIEMPO
No tengo más tiempo para oraciones largas
ni para negociaciones,
ni para escribir mensajes como telégrafos.
No tengo tiempo para encender nuevas llamas
cuando mis manos están llenas de cenizas
No tengo tiempo para peregrinajes,
el camino hasta el estuario se minimiza;
ya no tengo tiempo para mirar atrás.
No tengo más tiempo para cosas pequeñas,
ahora, hay que pensar en lo eterno e inabarcable.
No tengo tiempo para pensar en las cruces,
yo puedo llegar a cualquier sitio que esté cerca.
No tengo tiempo para investigaciones,
ahora, no tengo tiempo para análisis;
para mí el agua es sólo agua
y el cielo es sólo cielo.
No tengo más tiempo para dioses ajenos,
cuando ni el mío he conocido.
No tengo tiempo para nuevos mandamientos
suficientes son ya estos diez viejos.
No tengo tiempo de acompañar
ni a los que dicen la verdad
No tengo tiempo de luchar contra los molinos,
no tengo tiempo para soñar, ni para caminar.
.
.
ADVERTENCIA
Oye, te confesaré mi secreto:
no me dejes sola
cuando la música suene.
Podrían aparecerme
unos ojos profundos y tiernos,
completamente regulares.
Podría parecerme
que, me estoy hundiendo en los sonidos,
y que voy a dar mis manos a cualquiera.
Podría parecerme
que, amar es fácil y bello,
por tan solo un día,
o puedo decirle a quien sea,
en esta divina hora,
el secreto mejor guardado:
cuanto te amo.
Ay, no me dejes sola
cuando la música suene.
Podría parecerme que allí, en el bosque,
se derraman mis lagrimas como un manantial.
Podrá parecerme, que una mariposa negra
pinta con sus alas un secreto tan especial
que a nadie puede confesar.
Podrá parecerme, que, por la oscuridad,
alguien canta y con esa melodía
toca el fondo del corazón.
Ay, no me dejes sola,
no me dejes sola,
cuando la música suene.