AMARRE
Agujero negro
siempre nunca mío,
nocturno veneno
negro de misterio,
puro negro vivo,
morador del alma
negro inevitable,
voces que no callan,
negro batir de alas
negras en la sangre.
Maraña de lenguas,
sombra giratoria
de triple cabeza
en la esquina negra,
negra destructora,
tú eres en lo oscuro
mi eterna inasible
maestra del mundo,
secreto nocturno
de aquellos que viven.
Negro Dios que negra
por la noche carnes
negras hondo sueñas,
negra parentela
de antiguas deidades,
renegrida fe
que inspiras mis danzas
negras, negro bien
y negro perder,
negra eterna helada.
Tú me muestras vistas
de lo negro ajeno
y tú me las quitas.
Tú mismo eres vida
y eres muerte al tiempo.
Eres el celar
negro de imposibles,
eres negro mal,
eres negro can,
negras cicatrices.
Negras bocas abres,
negra furia pintas,
negras notas lates,
negro los amantes
negros hipnotizas.
Tienes negros dientes,
lanzas negros golpes,
trenzas negras redes,
cazas negras mentes,
matas negros hombres.
Negra eres tiniebla,
negro eres silencio,
negra decadencia,
negros fuegos, negras
risas, negros besos
que me han escapado,
la negra barriga,
rabiosos abrazos
de negros ancianos
y la negra niña
y las negras partes
y la negra piel
y las negras cárceles
y el negro jugarse
lo negro del ser
y un negro vivir
eterno olvidar
lo negro viril
y este malherir
y la negra sal.
Y eres el horror
negro y el deseo
negro y la canción
negra y el amor.
Eres el Dios quieto.
Eres el que llama
desde las esquinas
de las negras salas
a besar las caras
negras: eres ira.
Ven a mí, te ordeno,
desenmascarado.
Ven, pues yo poseo
el conocimiento
de tu nombre arcano.
Ven, ven ya y por siempre
del profundo abismo
de los blandos pliegues
y al punto concédeme
todo cuanto pido,
porque soy quien dio
su cuerpo en ofrenda,
tu fiel por error,
quien no te probó
y el que más te espera,
y tú eres lo negro,
prisa y hambre oscura,
ángel primigenio
del insatisfecho,
la carne desnuda.
Nunca me abandones,
prueba de que vivo,
demon de los jóvenes.
Dame tus dolores,
hoy los necesito.
Pido lo que todos:
quiero el aire de alguien.
Está su contorno
en tus alas de oro
negras cuando baten.
.
.
SANTORINI (A HÖLDERLIN)
Friedrich hermano, tal vez porque tú no pudiste,
ha sucedido que esté hoy en tu Grecia querida,
que hayan llegado a mis manos tus himnos y dioses
de los abismos del mar beban de nuevo las olas.
Tal vez por eso he escuchado primero de un griego
casi a la vez que pisé sus anheladas arenas
esa palabra que fue para ellos antaño
una y la misma que hogar: «Thalassa». «Thalassa», dijo.
Sé que te hubiera gustado también escucharlo
y al entender lo demás —algo quizás de un hotel,
algo sin duda de playas, de vino, de fiestas,
de las piscinas que atraen al peregrino a esta isla—
te dolerías en tu alma y creerías dormida
la del heleno de hoy como en el sueño del loto.
Pero mi tiempo es extraño y la raza del hombre
quiso la tierra secar de libaciones antiguas.
Enloqueciste por menos, y espero yo mismo
que ambos sanemos aquí o que los dos sucumbamos.
.
.
ADOLESCENTE
Me acabas de hacer adolescente.
Así, de una noche.
En contra de mi provecho te iba siguiendo siempre,
improvisando,
tambaleante como decidido.
Hasta hoy esta tendencia era de adicto y cotidiana
y yo me había acostumbrado a mentirte de palabra y gesto
para no horrorizarte —querer horroriza—
y llegué así a creerme ya del todo
fantasmal en mi deseo
y a esa manera fría del afecto la llamé crecer.
Esta noche dijiste no sé qué cosas,
hiciste otras cuantas quirúrgicas
y no puedo seguir.
Soy otra vez por ti un descarrilar perpetuo,
un grito aplastado contra la pared,
el agua que va del pecho arriba y de vuelta,
esta timidez de pedirte el muslo.
Un adolescente.
Soy lo que no puede ser viril si no lo miras
y soy todas las cosas que ni quieres ni me has pedido
y las que imagino; sobre todo las que imagino.