LIMÓN EN LA HERIDA
Mientras te pensaba,
observé una nube amorfa
pasear por mi ventana.
Se movía y moría lentamente,
como un amargo recuerdo de invierno.
A lo lejos,
un perro ladra a lo desconocido
y acaricia lo que conoce.
¿Cuántos perros hemos conocido
diciendo que nos aman
y al final nos desconocen?
Se hacía tarde
y la nube empezaba a sonrojarse.
La vi distante, sin forma y lejana.
Como tú, en aquel amargo recuerdo.
.
.
GANÓ EL DIABLO
Sigo sin poder comer,
y sin ningún propósito
saboreo tus recuerdos,
ásperos recuerdos.
Detesto beber por las noches,
soy tonto y joven.
Amo embriagarme de tu desafecto.
No se puede dormir
con tantos pensamientos desnudos,
con tantas ganas de desnudarte.
Pido silencio,
no te vas,
aún no sé callarme.
Te busqué en viejas canciones,
pero sigues siendo de otra época.
Te odio
con todas las canciones que no eres.
Quiéreme un poco, al menos.
Quiéreme mucho.
Róbate mis sonrisas y palabras.
Dime adiós, para siempre.
.
.
ENGAÑANDO A DIOS
Ya no se muere como antes.
Ahora la soledad
nos estrecha la mano
y el fin siempre nos acompaña.
Somos un fuego
que se consume
con cada respiro de la muerte.
Nuestras cicatrices dejan rastros envenenados.
Comemos tiempo
y nuestro pasado se desvanece.
Los viejos quieren vivir y soñar.
Los jóvenes,
morir, olvidar,
esperar que la vida se haga vieja.
Somos todo lo que está mal
mientras nos convencemos
que avanzamos.
Siempre seremos
una hermosa incoherencia.