LA SENTENCIA DEL POEMA
Y lo que fue, hoy por hoy,
ya no está.
La fragilidad pausada de las horas
es siempre la resignación del inconforme, que intentó
volver a sí mismo.
El adiós, es un sádico asesino
de esperanzas encapsuladas en la rutina de la nada.
El poeta vomita, exprime,
vocifera con poemas,
lo que fue inútil extraer con menudas lágrimas.
La vida, es una tiránica
prueba de fe, que sólo extiende las alas
de aquellos que en su caída, les fue posible tocar la luz
por encima del amargo y rasposo vértigo de la muerte.
La certeza juega
asiduamente a adivinar,
eso que el corazón ignora.
Se burla del niño que accidentalmente
bebió a fondo el trago
de alcohol
servido en su propia fiesta.
El poema…
¡Los poemas!
Son de aquel que advierte
en la crisis tempestuosa
de su alma
que aún sigue vivo.
.
.
TATUADO EN TU CRUZ
Mi dolor no sucumbe a la crucifixión
de un Cristo que solloza
frente a miradas ausentes
y ajenas.
Mi dolor, no es más
que un espasmo de gritos
quiméricos,
acompañados de una vaga exaltación
estéril y mojigata.
Un dramático andar
en los estigmas de tus labios.
Un metódico viaje en la mescolanza
del silencio.
Un calvario maquinado por la desidia
tatuada en tu piel.
.
.
COSTILLA DE ADÁN
Eres la culpable en el malestar de ciegos y sordos.
Transeúnte perdido ante la agonía placentera del insomnio,
que carcome y se expande
con la prejuiciosa ironía del deleite.
Sos, una palabra esdrújula,
resonando en mi rectilíneo pie izquierdo;
perpetuo a la inquietud del “a ver”.
Tú te mofas ante la ignorancia del perplejo
¿y qué puedes perder?
Si la única perdición es la angustia del pecado,
acompañada de sabios absortos.
Encontrados en aquel río Narcisista
o en un pérfido espasmo muralístico,
¡no importa si no es surrealista!
El verdadero yerro ocurre
sobre los pliegues deshabitados de una cama
y se adultera en un vaso medio vacío,
medio lleno, ante la angustia del descontento.
¿Hacia dónde dirijo la mirada?
Si no hay senda, no hay caminos.
Poemas incluidos en el poemario “A veces llueve en mí”,
Editorial Libro de arena.