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ROMÁNTICA MUERTE
Por unos segundos es todo vulgaridad
y luego inmediato silencio:
un sexo de fama virtual falsamente es penetrado
y sus gemidos digitales
anteceden mi terminación animal
—inagotable reserva de quien nunca ha estado—
y súbitamente sobreviene el desinterés.
Segundos más tarde,
despide la profunda oscuridad
orquestada por el talento dactilar de Chopin
todo lo que duele
y una a una las teclas que acaricia
y a las que se entrega
son miedos olvidados por los minutos
que permanezco inerte.
Parece toda una romántica muerte
hasta que el agobio resucita
y desvanece el encanto todo aquello
que no volveré a hacer
como acariciar los labios de la aurora
o salvarme de este olvido sin fondo.
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DESHABITADO
Aquí no hay espacio para tanto vacío.
Antonio Praena
El reflejo delata un rostro
de quien es en realidad una diminuta materia perdida
en la soledad de sentirse
ciego,
sordo
y mudo
en un cuerpo deshabitado.
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ONÍRICA PUNICIÓN
Frecuentemente sueño con un hombre
que no descansa hasta firmar por hecha mi agonía.
Algunas veces, conduciendo a 180 kilómetros por hora,
en curvos y sombríos caminos
terminamos siendo engullidos por el abismo.
En otras ocasiones, un arma, una soga,
o su propio verbo punzocortante son mi sórdido desenlace.
Entonces una nada espesa
sepulta mi cadáver con los oídos llenos de sangre.
Cuando no soy un niño durmiendo apacible
sobre el pecho de mi padre
y tengo el valor suficiente para defenderme;
la violencia y determinación de mis manos cerradas
no son suficientes para derribar al hombre
que se yergue como espada.
Este hombre punitivo siempre he sido yo.
Bienvenido al poema.