Jennifer García Acevedo, Medellín, 1995. Poeta, gestora cultural y tallerista. Sus poemas han sido publicados en diversas revistas, periódicos y antologías nacionales e internacionales. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía José Santos Soto (2019), el Premio Internacional IFLAC WORLD Emprendimiento y Poesía, Argentina (2022), y el título Honoris Causa, otorgado por Educultura Educación Sin fronteras, México (2021). Participó en festivales internacionales de cine y literatura. Ha publicado Estaciones de lo invisible (Sakura ediciones, 2019), Escribir lo invisible (antología personal, nuevas voces editores, 2021) e Incertidumbre del nombrar (Sakura ediciones, 2021). Sus poemas han sido traducidos al inglés, vietnamita, árabe y francés. Es directora del Festival internacional de Poesía Fredonia.

Jennifer García Acevedo: finalmente todo calla

La poeta colombiana Jennifer García Acevedo, una de las voces de mayor renombre en la nueva poesía colombiana y en la gestoría cultural de aquel país sudamericano, estrenará libro este año con la editorial mexicana Alcorce Ediciones. Los dejamos aquí con una breve muestra de la poesía de Jennifer; tres poemas incluidos en este nuevo libro titulado «Finalmente todo calla y otros poemas».

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DESPUÉS DEL JUEGO

Nadie sabe cómo terminan todas las partidas de ajedrez que se inician en el mundo, pero sabemos de los métodos conocidos, de las piezas que emigran del lado claro al oscuro y anticipan alguna derrota, de las plegarias lanzadas al aire en un intento inútil por conjurar la suerte. Reconocemos el oficio de las figuras, varadas en la luz postrera de los ojos, las resignadas piezas, sometidas al grito, al enjambre furioso de manos, al juego perverso de la tentación y el desafío. “Esa criatura ha muerto” decimos, cuando el caballo cae sobre el tablero repleto de peones y de dudas. No importa si es Praga, o una escondida callejuela en los rincones de Múnich, siempre es lo mismo, vencer hasta morir, o recobrar al menos la sustancia del fracaso. Finalmente todo calla. El ojo frío se abre a la  extensión de la madera, y los jugadores regresan a la costumbre, como dos exiliados. Recobran la hora del laburo, de la herida, de la luz que se arrastra interminable entre la casa. Lejos de la imagen casi divina de Carlsen, o Botvinnik, lejos del rey que se desangra entre las líneas hambrientas, y  los alfiles recluidos en una esquina del cuarto, vuelven a ser hombres, ese es su último movimiento, la única partida interminable.

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HAPPY BIRTHDAY TO YOU”

Miro a la que regresa desde el fondo de otro día, como si fuera a respirar por última vez. Miro su estómago agrietado por un error de nacimiento, la úlcera abierta desde la infancia y señalada inútilmente por médicos de otros países. Aún no aprende el oficio de cocer cebollas a fuego lento, o juntar madera para ver arder las sombras junto a la puerta. Nunca ha estado más cerca de los hombres que del vacío, y reconoce su terrible predisposición al desasosiego y al baile. ¿Y ese nombre con que todos la llaman? ¿Esa voz en la que se encuentra forastera, enemiga de sí misma, detenida en la muda extensión de la palabra? Bajo este cielo que huye, en ese largo rastro que deja el ángel al pasar entre los animales y el trueno, sigue sosteniendo la misma piel, los mismos ojos que advierten la enfermedad y las revelaciones. En alguna estantería de su casa permanecen apiladas como piedras, las imágenes de Magritte, los juegos de mesa y los suvenires traídos de una ciudad europea. De nada sirve formular preguntas sobre ese paisaje aleatorio, o cuestionar la función de los objetos guardados al azar. Algo de ella, permanece en todo, nada queda ileso ante el dominio de su ojo desnudo. En algún lugar, se diría que invisible, hay otra, una que nunca fue condenada a la humillación y al  abandono, ni conoció la palabra incertidumbre. Tampoco supo nada de Dios, el tigre o la poesía, porque la previnieron de caer, demasiado pronto, en cavilaciones.  Ahora, entre esa y yo, hay un pacto secreto, una necesidad que nos une: aprender a responder al mismo tiempo cuando alguien nos nombre.

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INSISTENCIA EN LO INVISIBLE

Es preciso insistir en lo invisible, eso que crece más allá del estallido. En la voz terrible de un Dios que abarca todo sin tocarlo, en la imagen detenida detrás de la máscara, en la vibración del objeto a punto de caer. Entre los acontecimientos más tristes que suceden al hombre, está el no poder manipular lo incorpóreo, darle un molde y sostenerlo a su gusto. ¿Qué resultaría de asignarle un rostro al aire, de reunir todas las palabras que se dicen afuera del mundo, o de tomar una fracción de vacío y saltar? Nadie puede extraer lo que está en el fondo de su propia sombra y tal vez por esto, permanecemos a salvo. Pero hay cierta predisposición al peligro, cierta inquietud rodeando lo visible, un lenguaje incierto para nombrar cuanto no vemos, pero presentimos. Algo en nosotros no se resigna, busca, imagina, indaga, extiende su mano abierta, sabe que nunca alcanzará nada, pero aun así la cierra para no perder lo desconocido.

Jennifer García Acevedo, Medellín, 1995. Poeta, gestora cultural y tallerista. Sus poemas han sido publicados en diversas revistas, periódicos y antologías nacionales e internacionales. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía José Santos Soto (2019), el Premio Internacional IFLAC WORLD Emprendimiento y Poesía, Argentina (2022), y el título Honoris Causa, otorgado por Educultura Educación Sin fronteras, México (2021). Participó en festivales internacionales de cine y literatura. Ha publicado Estaciones de lo invisible (Sakura ediciones, 2019), Escribir lo invisible (antología personal, nuevas voces editores, 2021) e Incertidumbre del nombrar (Sakura ediciones, 2021). Sus poemas han sido traducidos al inglés, vietnamita, árabe y francés. Es directora del Festival internacional de Poesía Fredonia. Jennifer García Acevedo: finalmente todo calla