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NOCTURNO DE COYOACÁN
Canto a ti, hermoso, profundo lugar de los coyotes
breve capital de la Nueva España
espectáculo de domingos urbanos
la más virreinal de las mansiones
Yo, de corazón tepaneca
de infancias y adolescencias
entre campos de futbol nada floridos
Yo, que he conocido hiladas e hilas de departamentos grises
te guardo como un segundo pulmón que alimenta
en sus inhalaciones
la más profunda y tierna memoria
A ti te canto, recinto de Xochipilli
refugio de Fridas y Diegos,
tumba de Trostsky
A ti, afán popular
cantina pública de mirreyes y no tan mirreyes
misterio cuasi cervantino
Lo confieso
Entre tus estrechos callejones he buscado
espíritus a la fronda de un árbol de aguacate
He sido parte de un suave terror antiguo
y de inocencias
Casa de los mexicas
Casona de Hernán Cortés
y de sus hijos
Reino de árboles grandes, viejos
de muros de volcánica piedra y jardines
Reino de pequeños, misteriosos paraísos
Refugio de la histeria del furor chilango
En tus callejones amé
Fui abrasado por la fiebre de los cuerpos
Fueron tus calles, pacíficas, mi cobijo
Lugar de comunión de ricos y pobres
Lugar de distanciamiento entre pobres y ricos
Coyoacán colonial
Coyoacán prehispánico
Galería posmoderna
Casa de piedra y lumbre
Gran teatro
Escenario de la agitada Ciudad de México
Kisoco, jardín, coyote, restaurante, fuente
librería, cerveza, taller literario
Y lluvia
Mucha lluvia con efecto hipnótico
A ti te hablo, fortaleza, alma del Indio Fernández
cuna del corazón de Buñuel, de Dolores del Río
maestro de Salvador Novo
y Jesusa Rodríguez
Retablo virreinal de indígenas amores,
teocalli de monjes insumisos
A ti te hablo, luz de nuestra historia
de rincones infinitos,
hostal de hípsters,
parachoque contra el huracán contemporáneo
refugio del hippie casi extinto
A ti te debo la literaria libertad que resguardo
A ti, el silencio entre mi ritmo
Edén de viejas cocinas, fogón de almas solitarias
Catálogo de chimeneas
Interactivo menú de leyendas
Aposento de monjes
Responso
Yo, el más tepaneca de aquellos jóvenes,
el más florido,
a ti, antiguo Coyoacán te escribo
—lugar del hogar y del trueno—
con la melodiosa voz de la memoria.
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II
Luminosa y sombría es, señoras y señores, la periferia de la Ciudad de México
Multifuncional o polisémica, camaleón y multiverso
Sombra o refugio
Hervidero de personas a paso presuroso
Poliedro proletario con antiguo olor a leña en terreno baldío
Lugar donde combaten, cada noche, las deidades del fin del mundo
Asombrosa y oscura es la periferia de esta ciudad de espanto
Gran orilla, cáncer benigno, hongo urbano
inagotable palacio de mercados y mercados sobre ruedas
Desfile de azoteas de concreto con tiernos o bravos perros
con sus “cuartitos infinitos”, sus balones desinflados
Maravillosa y pobre es, oh, caballero, damita
el extenso reino de los tinacos
Salvaje y bella tras el malestar de su eterna prisa
Brutal y festiva en jornadas de viernes o euforia sabatina
Estoica, fulgurante, enorme es, oh, mexiquenses
hidalguenses, gente de Morelos, esta multiplicación de voces
la gritería en cerros donde corren las lluvias como ríos
Este subir y bajar en funiculares: vida arriba, vida abajo
Extraña y única es, en su longitud, su anchura
la acrópolis de la autoconstrucción y los microbuseros asaltos
Dura e infinita es en sus centrales de abastos, de asbesto
en los miles de camiones de carga en las arterias
en sus filas y filas, interminables, de fachadas de cemento
Salsera es. Eco de cumbia. Corrido alterado
Fiesta sonidera de inextinguible vigor
como llamarada de infierno
Honda y funesta en sus largas cuadras de penumbra que fueron pasto
y hoy son fábricas y fábricas y fábricas
o esquinas ocultas que recorren, bajo capucha y sospecha
potentes o siniestras motonetas
Anchos y oscuros son sus bordes, urbe en metástasis
Estrechos los callejones con escalinatas
donde abundan las tienditas caguameras
Rampas que conducen a mucho o ningún mañana
Coladeras destapadas bajo un pulso a ciegas
Larga y suicida es la periferia del antiguo gran Distrito
Compleja en sus laberintos de transporte
En su “súbale, súbale”, y bájele corriendo
En el aterrador “a ver, ya se la saben”
En el que asaltante que sufre, de vez en cuando
la furia de Fuente Ovejuna que lo deja como Santo Cristo
Distinta es la periferia de la de la bella Desmadrópolis
Animal al que le brotan estados como tumores de asfalto
Torvo y difícil es el vacío de kilómetros y kilómetros
que se va tragando el concreto
La crudeza de los malogrados planes
Ese futuro que nunca tuvo futuro, pero aprendió a construirlo con oficio
Múltiples y eternos los tenis que cuelgan en los cables
como recordatorio de una memoria sin nombre
Brillantes y expresivos los grafitis
en puentes y paredes
que conforman la inmensa galería con nombre calle
Indispensables, los manchones de óxido bajo cualquier parte
las cueterías nocturnas en días festivos
los socavones: pozos al ineludible inframundo
Periferia adentro habita la vida con ropas de muerte
Periferia adentro también se respira gozo
Transmutación, metáfora entre lo alegre y la sobrevivencia
a la periferia le brotan perros y más perros por la cuadra
le nacen pisos y más pisos entre varilla y concreto
Aquí se sobrevive con prisa, oh, carnales y mijos.
Sorprendente y contestataria es la periferia de la Ciudad de México
La antigua provincia
Rostro de pueblos originarios invadidos por la voracidad inmobiliaria
Pequeña patria que alguna vez fue campo, que fue bosque
Bastión de los inconformes
Su sabor a cumbia y lodo que se va quedando lejos
como las “riquezas” de esta tierra ya sin tierra
Acá la periferia también es centro
En la periferia
la ciudad se hace de abajo hacia arriba
y se desborda, cada noche, por los lados
Acá el centro está donde uno se sitúe
Aquí los cacharros se venden en autopartes
Este es un monstruoso autocentro clandestino
territorio que, de tanto contrabando sin destino
se volvió territorio de pequeños o breves narcos
Ruda y compleja es la periferia
que duerme a las 4:30 am y despierta a las 4:31 am
Agitada, obrera, infatigable
hija de la manufactura
región godínez en sus diarias excursiones hasta el centro:
chulada de sitio, presagio de caos, eterna espera
Orilla polisémica: límite y destino
Luminosa y sombría es, oh señoras y señores
la madre de los pobres y contados ricos
oficio de chofer, o de intendencia, pero a la par mansión sofisticada
Ruda y extraña es la orilla de la ciudad de los palacios
Intrincado laberinto de puestos ambulantes
mapa de dealers custodiados por guaruras de barrio
caudal de depósitos veinticuatro por veinticuatro
Afrodisiaca en sus antros legales o ilegales
Extrañamente sensual y barullo de crimen es
señoras y señores
el Valle de México
Ominoso en sus burdeles secretos
en sus peleas de perros
en las carreras clandestinas sobre las avenidas y los periféricos
Portentosa en sus prodigios de violencia o de ternura
Magnífica en la verbena, engañosa en su modestia
Casa de San Judas
y la Santa Muerte
Bella
Criminal
Absoluta
Fragmentada
Familiar
y buena amiga
Extensa, compleja e indistinta es, oh, chilangos y anti-chilangos
esta selva de caseríos que llamamos orilla
Franca y ruda, ay, camioneros, intendentes u oficinistas
Luminosa y sombría es la perpetua periferia de la Ciudad de México.
Poemas del libro “Luminosa y sombría”