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EL MAYOR RIESGO ES NO INTENTARLO
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Mi padre podría haber sido un gran comediante, pero no creía que eso fuera posible para él. En lugar de seguir su pasión, tomó una decisión conservadora y consiguió un trabajo seguro como contador. Sin embargo, cuando yo tenía 12 años, lo despidieron de ese trabajo seguro, y nuestra familia tuvo que hacer todo lo posible para sobrevivir. Esa experiencia me enseñó algo profundo: incluso si juegas a lo seguro, puedes fallar. Puedes fracasar en algo que no te gusta. Entonces, ¿por qué no arriesgarse en aquello que realmente amas? Eso fue lo que aprendí de mi padre. No se trata solo de lo que la vida te puede ofrecer, sino de lo que estás dispuesto a perseguir, sin miedo a fallar. Porque el mayor riesgo es no intentarlo.
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Imagina a una persona sin hogar, luchando con su realidad, y de repente alguien se acerca con una cámara, ofreciéndole comida que debe aceptar.
Piensa en la humillación y la tristeza que eso puede causar. Por favor, no lo hagas. Si de verdad quieres ayudar a alguien, hazlo con genuina bondad, sin buscar reconocimiento para tu propio ego.