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No es lo que uno escribe, sino cómo escribe:
Cuanto más sujetos estamos a los hechos, cuanto más intentamos causar la impresión correcta, tanto más nos alejamos de lo fundamental.
Al escribir, uno debe crear una superficie que cambie continuamente al dictado de la sensibilidad contemporánea, frente a la estabilidad del estilo clásico. En eso consiste la «obra en marcha». Lo que importa, sin embargo, no es lo que uno escribe, sino cómo escribe; a mi entender, el escritor moderno debe ser, ante todo, un aventurero y estar dispuesto a correr cualquier riesgo y a fracasar en su empeño si hace falta. Dicho de otro modo: debemos escribir peligrosamente; todo tiende a transformarse hoy en día, y la literatura actual sólo será valiosa si acierta a reflejar esa inestabilidad.