LO IMPRESCINDIBLE
Si algún día la humanidad
vuelve a partir nostálgica a la guerra
confundida otra vez por nuevos ídolos
y se desuellan las bocas
y se marchitan los pechos sobre el asfalto
constataremos tristes otro día
como una revelación absurda
que no necesitábamos más
que repartir el pan
tener el agua justa
y la mirada piadosa
de tus ojos otoñales
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SEÑALES
Ensillé los caballos,
repleté las calderas,
calenté los motores,
lijé los mástiles, icé las velas.
Arrojé las bengalas,
dispuse sobre el mar cien mil botellas.
Luego busqué a lo lejos
la estrella, el faro, el humo…
¿Dónde hallaré, amada,
tu voz, tu luz, tu seña?
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ANVERSO
El amado es la luz, la oscuridad,
la fogata inconmensurable,
la cueva brumosa,
que nos muestra en su llegada
cuánto de oscuridad, cuánto de luz
habitaba como bestia oculta
aguardando el momento
de devorarnos la mente,
el pecho y las entrañas.
El amado es la piedra de toque
la oscuridad reveladora
de la inmensa oquedad que nos puebla.
El amor es el reverso del vacío.
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FLORES EN LA BANQUETA
Qué tristeza los besos desecados
a orillas de unos ojos improbables.
Ha de ser a su merced frustrada que alumbramos cánceres
florecidos de deseo entre las vísceras.
Qué soledad de besos como aves
arrojadas a un cielo inexistente.
Qué espasmos de besos como peces en la grava.
Qué ayes de pordioses que rechinan
sollozantes los besos doloridos.
Qué injusticia intangible a su ternura,
qué impiedad en su destierro.
Qué tristeza de bocas embriagadas
que tropiezan entre calles de adoquines,
con suspiros como llamas deshojadas,
extintas sobre ojales de sacos derruidos.
A la luz de una trompeta con sordina,
junto al eco de un faro tambaleante:
qué lástima los dientes escarchados.
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ENTRE POETAS
Acaso Thelma supo, Efraín,
quizá por soportar el mismo espasmo,
por llevar entre vísceras y uñas,
cielos de soles nocturnos,
el caminar errático de tus ojos,
de tu pecho de poeta.
Acaso, Efraín,
sólo era posible para sus manos
cortar con palabras la maleza
de tu corazón henchido y batallante.
Acaso sólo ella y sólo tú, Efraín,
pudieron sortear ese mundo inhóspito,
―valerosos e inocentes,
maravillas creadoras―
que es el corazón abismado,
el cuerpo colapsante,
espejo de infinitos, de un poeta.
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C(S)EGARES
Cortaré un árbol milenario
para hacerte una fogata.
Colgaré sobre ti un candelabro
de luciérnagas insomnes.
Convocaré hasta tu sitio
una turba de luceros
y presidirá el sol la alabanza de tus pasos.
Reuniré toda la luz del mundo,
todo el fuego que ha danzado entre los siglos,
hasta que nos extingamos ciegos, enamorados
y no exista más sombra
y no exista más frío
y no haya más orilla entre nosotros.