Alejandro Paniagua es narrador y poeta. Fue becario del FONCA, en el género de cuento, durante el año 2007. Obtuvo en el 2009 el Premio Internacional de Narrativa Ignacio Manuel Altamirano, otorgado por la UAEM. En 2015 fue ganador del Concurso Latinoamericano de Cuento Edmundo Valadés. En el año 2016 ganó el primer lugar en el Concurso Universitario de Poesía Cuautepec, de la UACM. En 2016 fue Mención Honorífica del Premio Lipp de Novela. En 2017 fue uno de los ganadores del Certamen de Poesía "Amores sin fines de lucro". En 2010 fue publicado su libro de cuentos llamado: “E” sin acento. En 2015 fue publicado dentro de la antología de cuento: Asesinos, músicos y otros personajes para recorrer México. En 2017, Editorial Paraíso Perdido publicó su novela Los Demonios de la sangre. En 2018 Fá Editorial publicó su poemario: Tatuajes de un mexicano herido. En 2019 la BUAP editó su libro, 52 vueltas, dentro de la colección Extra(e)ditados. En 2020 fue Mención Honorífica del Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción. En 2021 Textofilia Ediciones publicó su segunda novela, Tres cruces. En 2022, Inmovilidad, su más reciente libro de cuentos, fue publicado por Ediciones Periféricas. Actualmente es uno de los tutores del Programa Jóvenes Creadores del FONCA. Ha impartido talleres literarios y clases en el Tec de Monterrey, la UACM, la Universidad del Claustro de Sor Juana, la Biblioteca Vasconcelos, el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia y el Colegio de Escritores de Latinoamérica.

Alejandro Paniagua: Mi sonrisa en sus labios fue la motivación.

GLOBOS (SRA. JUÁREZ)

Me inquieta caminar junto a un tipo vestido de payaso. Qué horror. Pienso que muchos van a preguntarse qué carajos hace una mujer (que usa un vestido Gucci) caminando al lado de un tipo que lleva un par de globos (uno azul y uno rosa) metidos en el pantalón, para simular que tiene unas nalgas gigantescas. 

Lo miro, me sonríe. Las mejillas se me ponen rojas, como si mi propio cuerpo tratara de pintarme de colores el rostro, para igualarlo a la cara toda mal pintada del payaso. Le devuelvo la sonrisa, me paso la mano por la frente y acomodo mi collar de turquesas.

Él me pregunta: 

—¿A poco sí te gusto mucho, güerita? 

Yo volteo alrededor para asegurarme de que nadie haya oído sus palabras, entonces le digo: 

—Me encantas. Varias veces me han pitado los coches de atrás porque me quedo como idiota viéndote y no pongo atención al semáforo. 

Al llegar a casa, le abro la puerta. Tiemblo. Sudo como loca.

Dejo pasar al tipo y luego cierro con llave. Pongo mi bolsa Coach sobre el sillón y me acerco a él. El payaso me abraza, luego me da un largo beso. El olor de su maquillaje, combinado con el del mezcal en su aliento, me pone la piel chinita. Sonrío con su boca pegada a mis labios. 

—¿Por qué estás tan contenta, güera?

Me emociona que el tipo haya sido capaz de sentir mi sonrisa en sus labios. Le digo:

—Por ti. Porque estás conmigo.

Enseguida le arranco la playera, dejo al descubierto su cuerpo sucio. Él se disculpa diciendo que no ha podido bañarse en varios días, yo aseguro:

—Tu suciedad me fascina.

Comienzo a acariciarle el pecho, disfruto al pensar que tal vez la inmundicia del payaso se queda pegada en mis manos. 

Aprieto su cuerpo y disfruto lo áspero de esa piel. 

El bufón me quita el vestido con nerviosismo. Me da ternura su torpeza. 

Bajo sus pantalones. Uno de los globos (el rosa) que simulaba ser una de las nalgas gigantes, se revienta; el otro (el azul) sale volando y después aterriza sobre mi cabeza. 

Los dos nos reímos con cinismo, nos carcajeamos motivados por la risa del otro. El payaso golpea el globo que sube hasta el techo y baja despacito.

 Las risas se intensifican. 

Es uno de los momentos más felices de mi vida. Y ello me parece una verdadera lástima, una tragedia. 

Algo cambia en un segundo. 

Me siento fatal, la tristeza casi me tira al suelo.

Beso de nuevo a mi payaso. Le arranco la peluca de colores.  Las gotas de sudor tibio en su cabeza me devuelven la sonrisa. 

Pero la tristeza no se me va del todo. 

Me pongo la peluca de colores y lo dejo penetrarme.

Miro el globo azul todo el tiempo para intentar recuperar la alegría del comienzo.

Alejandro Paniagua es narrador y poeta. Fue becario del FONCA, en el género de cuento, durante el año 2007. Obtuvo en el 2009 el Premio Internacional de Narrativa Ignacio Manuel Altamirano, otorgado por la UAEM. En 2015 fue ganador del Concurso Latinoamericano de Cuento Edmundo Valadés. En el año 2016 ganó el primer lugar en el Concurso Universitario de Poesía Cuautepec, de la UACM. En 2016 fue Mención Honorífica del Premio Lipp de Novela. En 2017 fue uno de los ganadores del Certamen de Poesía "Amores sin fines de lucro". En 2010 fue publicado su libro de cuentos llamado: “E” sin acento. En 2015 fue publicado dentro de la antología de cuento: Asesinos, músicos y otros personajes para recorrer México. En 2017, Editorial Paraíso Perdido publicó su novela Los Demonios de la sangre. En 2018 Fá Editorial publicó su poemario: Tatuajes de un mexicano herido. En 2019 la BUAP editó su libro, 52 vueltas, dentro de la colección Extra(e)ditados. En 2020 fue Mención Honorífica del Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción. En 2021 Textofilia Ediciones publicó su segunda novela, Tres cruces. En 2022, Inmovilidad, su más reciente libro de cuentos, fue publicado por Ediciones Periféricas. Actualmente es uno de los tutores del Programa Jóvenes Creadores del FONCA. Ha impartido talleres literarios y clases en el Tec de Monterrey, la UACM, la Universidad del Claustro de Sor Juana, la Biblioteca Vasconcelos, el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia y el Colegio de Escritores de Latinoamérica.Alejandro Paniagua: Mi sonrisa en sus labios fue la motivación.