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Nunca es justo nacer feo, porque antes o después alguien te obliga a pagar por tus defectos, y la fealdad es una de las taras más injustas, y la más difícil de ocultar al mismo tiempo, pero esta desgracia, cuya intensidad se modifica como la del camaleón al contacto con el ambiente, puede llegar a ser una tragedia si quien la padece está rodeado de gente guapa.
Fragmento del libro “Malena es un nombre de tango”