.
PABLO DE ROCKA
Suicidio: Se pegó un tiro en la boca
Fecha: 10 de septiembre de 1968
Y de todos los lugares posibles para hacer el amor
elegimos el cuarto más oscuro de este poema,
con las sábanas rasgadas por relámpagos y las
paredes manchadas con semen de estrellas.
De todas las formas posibles de hacer frente a la
muerte inventamos caricias en la ausencia.
Y de todas las formas de decir que nos amamos,
elegimos el silencio.
.
EPÍSTOLA A LOS SUICIDAS QUE VENDRÁN
.
Para morir como el día hay que amar como los hombres tirados
en la puerta de los burdeles para fantasmas.
Para morir como un héroe hay que procurar ser sencillo,
como amar sin esperar una muerte a cambio.
Para morir un día cualquiera, en el que todos los dioses se reúnan
alrededor de un verso, hay que ser tan humano como una tarde
sin ventanas.
Para morir de amor hay que amar tres veces:
Amar a tu madre aún en la crucifixión de la palabra.
Amar al enemigo como si de eso dependiera rescatar la luz
atrapada entre escombros de palabras.
Amarse a uno mismo, lo suficiente para deshabitarnos de los espejos
o abrirnos el rostro para que el sol tome su atajo a la palabra.
Para morir sin culpa, hay que escuchar a los viejos poetas su aria
de amoríos, aunque se sepa de la castidad de su lengua.
Amarse lo suficiente como para aceptar que este cielo que decimos
volar es una mentira, que las supuestas alas no son sino hierbas
creciendo hasta la altura de nuestra estatua aún dormida.
Amarse a uno mismo, lo suficiente para entender que tanta lluvia
no es un diluvio en la puerta de los burdeles para fantasmas,
ni tantas palabras un poema.
Es que para morir se necesitan más de dos huestes de noches
abandonando todos los rincones de la memoria. Para morir natural,
como quien cuenta una historia sin principio para arrullar los recuerdos.
Para morir como los poetas suicidas hay que finalmente escribir sin culpa,
a sabiendas de la profanación de las verdades celestiales. Amarse a uno mismo,
que no es sino amar sin esperar una muerte a cambio.
Así, morirás en tu ley, de sueños, de esperanza:
de olvido.
.
TALLER DE ESCRITURA DE LA ROSA DEL SUR
.
Escribir ahora como antes.
Con las rodillas mojadas hasta las constelaciones,
con los ojos puestos en los pájaros remotos
como si fueran rayos extraviados en la mirada de los relojes.
Escribir dando saltos como quien juega a no pisar las franjas
de las estrellas,
escribir como si se jugara a la guerra y que el último soldado
se atrincherará detrás del corazón de su madre.
Escribir magia y sacar un pez de un girasol, escribir vida y encontrar
la llave del silencio bajo el tapiz de unos labios,
escribir poesía y despertar en un reino de espejos desahuciados.
Escribir ahora como antes.
Como si se recibiera un dulce como premio por no haber molestado
a mamá en la reunión con sus fantasmas, como si se recibiera una palmada
de papá mientras fuma algo de soledad.
Escribir como si no alcanzara al último nivel de la alacena
donde se guardan galletas y secretos familiares.
Como quien sueña con escribir mañana y recoge todas sus caídas,
escribir ahora como antes.
Escribir hasta ser silencio.
.
REACCIÓN QUÍMICA DE LAS HORAS DESPUÉS DE LEER
A VALLEJO
.
Las horas dan las siete en algún reloj.
Dan las buenas noches en algún lugar.
Dan las gotas impares en el tejado y los mil centímetros
de fallecidos en la precipitación de una estrella fugaz.
Dan los besos de las buenas noches. Y la noche da pájaros
en la madrugada. Y la madrugada no da nada, nada debe.
Las horas entran por mi ventana, mojadas de alborozo.
Las horas dan en este poema, una y otra vez, pero nada sucede.
Las horas dan en este poema, y no, no es que el tiempo se detenga,
simplemente, las horas dan en este poema.
Poemas del libro “La vieja costumbre de morir de poesía”.