Federico Díaz Granados (Bogotá, Colombia, 1974). Es poeta, ensayista y divulgador cultural. Director desde hace varios años de la Biblioteca de Los Fundadores del Gimnasio Moderno y de su agenda cultural. Dirige la Tertulia Literaria y el Premio Nacional de Poesía Obra Inédita. Su trabajo poético ha sido publicado en diversos países y traducido a idiomas como inglés e italiano. Además de una decena de libros publicados como autor o co-autoría, Federico Díaz Granados es, sin duda alguna, una de las voces más importantes de la literatura colombiana en la actualidad.

Federico Díaz Granados: La poesía es la vieja canción del viajero que se acomodó en la intemperie.

ENCUENTROS

Si te estrellas de frente con mi corazón

no huyas y no intentes borrar tus huellas dactilares

tampoco lo dejes por ahí a merced de algún desprevenido transeúnte

y no lo escondas, como al hijo torpe, de las visitas.

Si lo ves mordido en los bordes como un viejo borrador de la primaria

somételo a una calle de lluvias y remates.

Alguien se encartará con tan pesado encargo lleno de canciones incendiadas

y viejas vajillas en desuso.

Alguien lo agitará queriendo oír alguna voz

como quien golpea durante horas la puerta de una casa vacía.

O si lo llegas a ver entre mis ruinas déjalo en la calle

que este corazón de prisas y tardanzas

siempre se acomodó mejor a la intemperie.

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HOSPEDAJE DE PASO

Nunca he conocido a los inquilinos de mi vida.

No he sabido cuando salen, cuando entran,

en qué estación desconocida descansan sus miserias.

Las mujeres han salido de este cuerpo a los portazos

quejándose de mi tristeza,

en algunas temporadas se han quejado de humedad

de mucho frío, de algún extraño moho en la alacena.

Se marchan siempre sin pagar los inquilinos de mi vida

y el patio queda nuevamente solo

en este hotel de paso donde siempre es de noche.

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RETORNOS

No creo en retornos

pero este amargo corazón de casas viejas y calles rotas

late en cada regreso

sin gestos ni ademanes

y sabe que el mundo es un mal lugar para llegar.

Y se regresa a escribir un poema que trate de una muchacha en un aeropuerto

que espera un avión de quién sabe dónde

o escribir sobre la carta que nunca recibí aquel sábado

escuchando el mismo disco de las nostalgias perpetuas

o sobre los versos robados a Salinas, Borges, Walcott

y las tardes de sol en el estadio de fútbol.

No creo en los regresos

pero este seco corazón de otros días canta a destiempo

sobre el cielo que calcina el nombre de una mujer que amé.

No creo en retornos

pero mi vocación de viajero hace,

cuando parto hacia la intemperie en el mundo

que deje, como en mis días de boy scout,

piedritas y migas de pan

para no perder el camino de regreso a tu cuerpo.

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LAS PRISAS DEL INSTANTE

Tenía razón el tiempo en llevar su afán        

en instalarse donde le pareciera

y en tener sus rituales y hostilidades.

Ahora entiendo sus tardanzas y balbuceos

y su prontitud para los aciertos,

de esta terquedad de fijar unas cuantas palabras en un extremo de la infancia

y otras tantas en un rincón de esta calle ronca

que se parece tanto a la vida, llena de sorpresas y de silencios.

Por eso perdóname por tantas deshoras.

por convocarte en noches de rencores y presagios

por amontonar en la misma gaveta ruinas y asuntos cotidianos

entre el cansancio de los días y la terca música de los silencios.

Tenía razón el tiempo en llevar su ritmo

y la vida en tener sus afanes

para quedarse acá

con todas las prisas del instante.

Por eso perdóname por estas premuras

por no saber la gramática y las palabras de una lengua olvidada

por haber perdido libretas, las llaves

y la vieja canción de exactos compases y cenizas

como si en el afán del tiempo

cada día, sin importar la hora,

se extraviaran los sueños.

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A MANERA POÉTICA 

He amado el fútbol. He llorado al ver películas como La guerra de las galaxias, Cinema Paradiso o Belleza Americana; he cantando a destiempo canciones de Calamaro, Morrison y Lennon y sin embargo sigo temiendo cada día por lo que debo dormir con la luz encendida. Por esos pequeños sucesos, esos pequeños asuntos que siempre me han asombrado y que de tanto repetirse se han vuelto hogareños y cotidianos es que escribo poesía. Escribo poesía por esas cosas que he amado, porque estoy enojado con algo del mundo que todavía no se qué es, porque hago parodias equivocadas como un payaso callejero, porque sueño con inmensas bibliotecas y el puntual paso de las estaciones. Escribo por miedo y convicción, por amor y desespero, escribo porque conocí la soledad y el hastío y porque no volví a marcar ese gol que se quedó detenido en mi infancia; además, porque gracias a la poesía me encontré en los silencios con esas palabras que se abandonaron en mis secretos y que me permitieron entender al viejo Homero, a Edvard Munch, a Mark Twain, a Salinger, a Cat Stevens y al gran Neruda, para ser una mejor persona y porque supe, como en Cinema Paradiso, que no tendría un Alfredo que proyectara a diario mi vida ni que me regalara los mejores besos del cine mundial.

Federico Díaz Granados (Bogotá, Colombia, 1974). Es poeta, ensayista y divulgador cultural. Director desde hace varios años de la Biblioteca de Los Fundadores del Gimnasio Moderno y de su agenda cultural. Dirige la Tertulia Literaria y el Premio Nacional de Poesía Obra Inédita. Su trabajo poético ha sido publicado en diversos países y traducido a idiomas como inglés e italiano. Además de una decena de libros publicados como autor o co-autoría, Federico Díaz Granados es, sin duda alguna, una de las voces más importantes de la literatura colombiana en la actualidad. Federico Díaz Granados: La poesía es la vieja canción del viajero que se acomodó en la intemperie.