Gabriel García Márquez (Colombia 1927 - 2014). Entre sus mayores logros está el Nobel de Literatura en 1982. Publicó su obra más exitosa, "Cien años de soledad" en 1967 y se convirtió en una de las novelas más importantes de la literatura del siglo XX.

Gabriel García Márquez: La soledad es una amorosa claridad donde eres tú y soy yo.

*

Y pensar que todo estará alguna vez habitado por la muerte. Que esta cálida madurez de tu piel, que sube de mi tacto hasta el abismo del desasosiego, tiene que desgajarse un día sobre su propio silencio desolado. Que este orden de cosas naturales que hacen de ti y de mí y del agua y de los pájaros, claros volúmenes para la vendimia de los sentidos, estará una tarde hundido en la niebla de lejanas comarcas. Que este temblor de voces interiores que sube por tu sangre, que se anida en tu vientre como un hijo cuando te hablo de cosas simples, elementales, como estas cosas tremendas de que estoy hablando, tiene que estar un día trasladado a otro cuerpo, cuando los nuestros sepan del peso de las piedras, y sin embargo siga siendo verdad el amor.

Que este dolor de estar dentro de ti, y lejano de mi propia substancia, ha de encontrar alguna vez su remedio definitivo.

Pensar que alguna vez conoceremos los puertos del olvido, igual que antes, cuando aún no habían venido estos cuerpos a habitar nuestra tristeza. Que los hombres caminantes tendrán que sorprenderse alguna vez de que todos los pájaros enmudezcan de pronto, sin saber que eres tú, y que soy yo, que hemos vuelto a encontrarnos más allá de nuestros huesos. Que una tarde regresarán los bueyes del arado con las cuchillas iluminadas de una amorosa claridad, y todos creerán que hay estrellas sembradas, sin saber que eres tú, y que soy yo, que estaremos preparando las semillas. Que un domingo como este sonarán las campanas con bronce estremecido y los niños preguntarán asombrados quién ha muerto en domingo; sin saber que eres tú y que soy yo, que aún seguimos muriendo en todas las preguntas.

Pensar que alguna vez los árboles preguntarán a sus raíces cuándo van a pasar los vidrios de nuestros ojos para que sea más clara la luz de sus naranjas. Que el agua de los ríos nos llevará, polvo a polvo, hasta el júbilo de los que tuvieron sed y la mitigaron con nuestra arcilla. Y que cada una de las cosas que amamos seguirá siendo bella sin necesidad de que nosotros las amemos.

Y, sobre todo, pensar que este amor nuestro tiene que morir, antes de que estas cosas pasajeras estén habitadas por la muerte.

Columna 27, publicada por Gabo, a la edad de 20 años, 

en “El Universal” un domingo, 4 de julio de 1948.

.

.

CUANDO LOS PADRES QUEDAMOS HUÉRFANOS

Hay un período cuando los padres quedamos huérfanos de nuestros hijos.

Es que los niños crecen independientemente de nosotros, como árboles murmurantes y pájaros imprudentes.

Crecen sin pedir permiso a la vida.

Crecen con una estridencia alegre y, a veces, con alardeada arrogancia.

Pero no crecen todos los días, crecen de repente.

Un día se sientan cerca de ti y con una naturalidad increíble te dicen cualquier cosa que te indica que esa criatura de pañales, ¡ya creció!

¿Cuándo creció que no lo percibiste?

¿Dónde quedaron las fiestas infantiles, el juego en la arena, los cumpleaños con payasos?

El niño crece en un ritual de obediencia orgánica y desobediencia civil.

Ahora estas allí, en la puerta de la discoteca esperando no sólo que no crezca,

sino que aparezca.

Allí están muchos padres al volante esperando que salgan.

Y allí están nuestros hijos, entre hamburguesas y gaseosas.

Con el uniforme de su generación y sus incómodas y pesadas mochilas en los hombros.

Allá estamos nosotros, con los cabellos canos.

Y esos son nuestros hijos, los que amamos a pesar de los golpes de los vientos, de las escasas cosechas de paz, de las malas noticias y la dictadura de las horas.

Ellos crecieron amaestrados, observando y aprendiendo con nuestros errores y nuestros aciertos.

Principalmente con los errores que esperamos no se repitan.

Hay un periodo en que los padres vamos quedando huérfanos de los hijos.

Ya no los buscaremos más en las puertas de las discotecas y del cine.

Pasó el tiempo del piano, el fútbol, el ballet, la natación.

Salieron del asiento de atrás y pasaron al volante de sus propias vidas.

Deberíamos haber ido más junto a su cama, al anochecer, para oír su alma respirando conversaciones y confidencias entre las sábanas de la infancia, y a los adolescentes, cubrecamas de aquellas piezas con calcomanías, afiches, agendas coloridas y discos ensordecedores.

Pero crecieron sin que agotáramos con ellos todo nuestro afecto.

Al principio fueron al campo, la playa, navidades, pascuas, piscinas y amigos.

Sí, había peleas en el auto por la ventana, los pedidos de la música de moda.

Después llegó el tiempo en que viajar con los padres comenzó a ser un esfuerzo, un sufrimiento, no podían dejar a sus amigos y primeros enamorados.

Quedamos los padres exiliados de los hijos.

Teníamos la soledad que siempre deseamos, y nos llegó el momento en que sólo miramos de lejos, oramos mucho (en ese momento se nos había olvidado) para que escojan bien en la búsqueda de la felicidad y conquisten el mundo del modo menos complejo posible.

El secreto es esperar.

En cualquier momento nos darán nietos.

El nieto es la hora del cariño ocioso y la picardía no ejercida en los propios hijos.

Por eso, los abuelos son tan desmesurados y distribuyen tan incontrolable cariño.

Los nietos son la última oportunidad de reeditar nuestro afecto.

Así es.

Los seres humanos sólo aprendemos a ser hijos después de ser padres; sólo aprendemos a ser padres después de ser abuelos.

En fin, pareciera que sólo aprendemos a vivir después de que la vida se nos va pasando. Disfrutemos de nuestros hijos en cada una de sus etapas mientras duremos vivos.

.

.

**

«La distancia no es un problema. El problema somos los humanos, que no sabemos amar sin tocar, sin ver o sin escuchar. El amor se siente con el corazón, no con el cuerpo». 

.

.

***

«¿Cuántas veces no hemos probado nosotros mismos un café que sabe a ventana, un pan que sabe a rincón, una cerveza que sabe a beso?».

.

.

****

«Empecé a escribir por casualidad, quizá sólo para demostrarle a un amigo que mi generación era capaz de producir escritores. Después caí en la trampa de seguir escribiendo por gusto y luego en la otra trampa de que nada me gustaba más en el mundo que escribir».

.

.

*****

«Lo cierto es que la felicidad no es como dicen, que sólo dura un instante y no se sabe que se tuvo sino cuando ya se acabó. La verdad es que dura mientras dure el amor, porque con amor hasta morirse es bueno».

.

.

******

«Siempre creí que morir de amor sólo era una licencia poética”.

.

.

*******

«Cuando dije que quería ser escritor me respondieron: comerás papel».

.

.

********

“El llanto más antiguo de la historia del hombre es el llanto del amor”.

Gabriel García Márquez (Colombia 1927 - 2014). Entre sus mayores logros está el Nobel de Literatura en 1982. Publicó su obra más exitosa, "Cien años de soledad" en 1967 y se convirtió en una de las novelas más importantes de la literatura del siglo XX. Gabriel García Márquez: La soledad es una amorosa claridad donde eres tú y soy yo.