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¿QUÉ HORA ES?
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Un día muy gris, Lilian se encontró caminando por una calle llena de arbustos y jacarandas. Estaba cerca de la Colonia Roma. No podía explicar lo que estaba haciendo, ni cómo había llegado hasta allí. No sabía dónde había estado antes. Buscó en sus bolsillos para mirar la hora y nada, ni celular, ni reloj.
De pronto, vio a una mujer que se acercaba hacia ella y la detuvo. Le preguntó la hora.
La mujer desconcertada sacó su celular y con una extrañísima mirada le dijo la hora. Es muy raro que alguien pregunté en la calle cosas tan ridículas, hace años que alguien no le hablaba en la calle y menos con ese afán de preguntar la hora. La gente ya no te ve a los ojos, todo el tiempo está mirando su móvil, el celular te dice la hora, la temperatura, te dice qué comer y por dónde ir. Pareciera que ya no necesitas nada de nadie.
Entonces Lilian se dio cuenta que otras personas la veían un poco desconcertados, pero siguió caminando por las calles.
– Algo está pasando, no entiendo por qué la gente me tiene miedo. Lo único bueno es que por fin sentía que alguien me miraba, pero no me gusta esa sensación de desprecio y temor que la gente muestra.
Lilian caminó y caminó por todas las calles de la Colonia Roma hasta llegar a un parque. Se sentó y después de algunas horas, por fin pudo recordar quién era y donde vivía. Resulta que estaba frente a su casa. Al acordarse de donde estaba su casa, corrió hasta la puerta y tocó desesperada. Nadie abrió. La mujer se quedó recargada por varios minutos en la pared. Y así se quedó dormida. Los rayos del sol la despertaron a la mañana siguiente y un niño vecino la vio en la puerta y le dijo:
– ¿Buscas a alguien? No te van abrir. Toda la familia fue a un funeral.
Ayer murió la hija de la señora Pinzón, dicen que un conductor la atropelló en su automóvil porque venía viendo la hora en su celular. Nunca vio qué mujer cruzaba la calle.