Antonio Praena (Granada, España. 1973) es poeta, fraile dominico, profesor y doctor en Teología. Ha publicado Humo Verde (Accésit Premio de Poesía iberoamericana Víctor Jara 2003), Poemas para mi hermana (Accésit Premio Adonais 2006), Actos de amor (Premio Nacional de Poesía José Hierro 2011), Yo he querido ser grúa muchas veces (Premio Tiflos 2013), Historia de un alma (Premio Jaime Gil de Biedma 2017). En el 2017 fue publicada por la editorial Fili d’Aquilone una antología de su poesía en italiano, Tra cielo e terra. Se encarga de la parte literaria en el espacio artístico multidisciplinar O_Lumen de Madrid.

Jaime Hidalgo entrevista a Antonio Praena tras el Premio Internacional de Poesía Hermanos Argensola 2024

«Existo porque el otro me ve». Antonio Praena dialoga sobre «La belleza del otro» (Premio Internacional de Poesía Hermanos Argensola 2024)

Entrevista por Jaime Hidalgo

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¿Podrías proporcionar una visión general sobre el contenido y las temáticas abordadas en este nuevo libro?

Una poética de la alteridad. La idea que atraviesa todo el libro es la presencia del otro, del diferente, que toma forma en nuestra vida a través del lenguaje, de su debilidad y de su belleza física. El otro está en el mundo y nos interpela. La idea es que salgamos de un sujeto encerrado en sí mismo y nos dejemos mirar, no solo que miremos, sino que nos dejemos mirar por los otros. Estamos en un cambio de época. No sabemos qué va a venir después de tanta aceleración, pero creo que la crisis de la modernidad es precisamente la crisis del yo que, desde sí mismo, desde su propio mundo, desde su ventana, admira para pasar a descubrir la interpelación absoluta, ética, del otro que nos mira. No es tan importante el otro porque yo lo veo, sino porque existo porque el otro me ve.

Has mencionado que ‘La belleza del otro’ es tanto una obra estética como ética. ¿Podrías profundizar en cómo estas dos dimensiones se entrelazan en tus poemas?

Creo que la vida, la manifestación de la verdad, lo creo y lo he experimentado desde los clásicos, desde Aristóteles hasta la teología medieval, no puede separar eso que llaman los tres trascendentales: la verdad, la bondad y la unidad. La belleza es como el cuarto, pero en realidad es la manifestación. Es cuando algo verdadero nos sale al encuentro, cuando algo lleno de bondad nos interpela, y en ese sentido está la clave: buscamos la belleza porque buscamos la felicidad y buscamos la felicidad porque buscamos ser amados. Para ser amados, tenemos que abrirnos al otro. Esa sería la forma de articularlo: el hombre busca la felicidad, y la felicidad se encuentra abriéndose. La belleza es como la señal, la alarma que nos indica que aquí hay una puerta que te lleva a lo bueno y verdadero que buscas.

¿Hay algún poema en ‘La belleza del otro’ que te haya resultado especialmente desafiante de escribir?

Lo más auténtico del libro son los poemas dedicados a mi padre. En estos tres años, mi padre falleció y el eco de su ausencia, el sentimiento de no haberme podido despedir de él, es lo más genuino del libro. Los poemas que más me gustan, quizá porque son los más profundos y misteriosos, están hablando con mi padre.

Aurora Luque destacó tu habilidad para abordar temas contemporáneos con un estilo poético único. ¿Puedes compartir un poco más de su percepción?

Aurora Luque es una poeta que se ha embarcado maravillosamente en los temas clásicos y griegos. Profesora de griego, el mundo clásico, la tragedia y la poesía atraviesan su obra, y ella resaltó cómo conviven el clasicismo con el arte moderno, la cultura de masas y el arte pop, incluso los beats. Aurora acuñó el término «praeniano». Era un libro muy reconocible que solo podía haber escrito Praena, porque une Grecia, el cristianismo y el mundo contemporáneo. En algunos poemas aparece el gimnasio, aparece la transustanciación eucarística. Fue realmente impresionante escucharla.

¿Cómo influye tu fe en tu poesía, y cómo equilibras la espiritualidad con la universalidad del lenguaje poético?

Decía Cyril Connolly que nuestra mejor poesía se refiere a la tradición inglesa, especialmente nos la han dado quienes creen en algo. Nos condiciona mucho todavía la influencia del nacionalcatolicismo y por eso el mundo literario es mayoritariamente reacio frente a la religión y al catolicismo. Eso, para mí, es un riesgo. Pienso que creer en algo aporta trascendencia y, por ello, incluso cuando tratas problemas contemporáneos, la tecnología, la ciencia, hay trascendencia. Creo que esa es una peculiaridad. La mía es una poesía de línea clara, se entiende bien, es ágil, es transparente (yo no he puesto nada en ello; lo he recibido de autores como Luis Alberto de Cuenca), pero esa agilidad tiene un trasfondo profundo, metafísico a veces. No hay que ponerse pesado, incomprensible u oscuro para decir algo profundo. Gran dificultad es la claridad; la claridad es más difícil que la oscuridad.

En tus palabras, mencionaste que este premio llega en un momento oportuno. ¿Podrías contarnos más sobre por qué es tan significativo para ti en este punto de tu carrera

He trazado ya la línea de los 50 años, y como el último libro apareció hace 3 años y cuando llevas un tiempo sin publicar (lo prudente para mí son 3 o 4 años), te preguntas si ha llegado ya ese momento en que la inspiración ha desaparecido. Eso me ha recobrado, me ha devuelto la confianza: el libro.

Mirando hacia adelante, ¿cómo te ves evolucionando como poeta y cuáles son tus aspiraciones literarias a largo plazo?

Aspiro a ser valiente y, a medio plazo, extraer la esencia de estos años. Quizá publicar alguna antología, reunir en un volumen lo más significativo, adelgazar y resumir esta obra para que esté accesible a quien esté interesado. Me interesa más ahora hacer un poco de balance que crear compulsivamente.

¿Qué esperas que los lectores reflexionen o sientan después de leer tus poemas?

Espero que sea recibido con generosidad. Dicen los novelistas que los poetas somos los escritores más complicados, extraños y a veces pendencieros. Las peleas entre poetas han sido famosas en la historia en gran medida porque no hay pastel que repartir. Un novelista tiene lectores, tiene eco, resonancia; puede incluso vivir de ello, hacer columnas. Pero los poetas no venden, son muy pocos los que leen. Por ello, nos peleamos por el aplauso, por el reconocimiento, por cinco minutitos de micro para poder hablar a alguien. Por eso, espero generosidad en el sentido de que también lean sin prejuicios. Hay gente que dice: «Jamás me habría comprado un libro de un cura». Al menos en España, hay crispación política, vuelven los viejos bandos, los extremos. Pido dejar los prejuicios a un lado y encontrarnos más allá de los estereotipos.

Antonio Praena (Granada, España. 1973) es poeta, fraile dominico, profesor y doctor en Teología. Ha publicado Humo Verde (Accésit Premio de Poesía iberoamericana Víctor Jara 2003), Poemas para mi hermana (Accésit Premio Adonais 2006), Actos de amor (Premio Nacional de Poesía José Hierro 2011), Yo he querido ser grúa muchas veces (Premio Tiflos 2013), Historia de un alma (Premio Jaime Gil de Biedma 2017). En el 2017 fue publicada por la editorial Fili d’Aquilone una antología de su poesía en italiano, Tra cielo e terra. Se encarga de la parte literaria en el espacio artístico multidisciplinar O_Lumen de Madrid. Jaime Hidalgo entrevista a Antonio Praena tras el Premio Internacional de Poesía Hermanos Argensola 2024