EL SILENCIO VORAZ O EL ORIGEN PROPIO
“El silencio voraz” de Jonathan Alexander España Eraso, publicado en 2022 por Abisinia Editorial y Editorial Avatares, es un poemario lleno de naturaleza, bosque, agua, tierra, antepasados, abordados por el autor para reflejar dolor, soledad, vacíos colectivos que se entremezclan con su propia condición, convirtiendo la poesía social ya no en lo que el poeta ve desde el exterior como espectador, sino en una poesía intimista y del propio Yo. Hay momentos en los que no llegamos a distinguir si el poema es un poema de amor, de vacío interior, de ausencia filial o de denuncia social. Por supuesto, en este libro no podía faltar su propia reflexión sobre el quehacer poético.
Todo lo anterior plasmado con un lirismo que nos seduce. Las imágenes se suceden una tras otra, siempre dentro del marco de la brevedad, en ocasiones en poemas versificados, en otras como poema en prosa, haikus (con su forma clásica de 5/7/5) o epigramas.
La poesía a la que nos veremos abocados es una poesía «rural» en contraposición a la poesía urbana tan de moda actualmente. Es un retorno que evoca la poesía de Aurelio Arturo, referente de todo poeta nariñense, pero con una voz propia y contundente.
El libro se divide en seis partes:
La primera parte, «Las formas del fuego», es donde es más evidente la poesía social y la sensibilidad del poeta ante su semejante, el vacío de un país ultrajado que se siente como dolor y vacío propios:
«Descienden de las ramas. / Bajo el cielo asustado,/ pierden sus nombres./ Caminan para detener/ el éxodo de la tierra».
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«El dolor se amarra al cuello. Huellas desaparecen entre cafetales».
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«La mano de la niebla oculta el nombre del desaparecido».
La segunda parte, «Un relámpago sepultado en un jardín», se compone de tan solo cuatro poemas:
«La levedad del lamento»: ¿está nuevamente dedicado al país o a una madre, al padre ausente o es un poema a la pareja que se fue? Juzguen ustedes mismos en estos versos:
«La noche rasguña la ventana. Golpes remotos estallan en las orillas». ¿Se refiere a balas, bombas o los golpes del desamor? Y más adelante: «En el espejo aún se conserva tu rostro después de partir». ¿Será que hace referencia a los desaparecidos, los desplazados o a un padre que abandona o es el dolor de un amor que ya no está? Y por último en estos versos: «Aunque la cuerda huya de la viga, el mundo, nuestra isla, ya tiene el cuello roto», hay una afirmación rotunda de que el mundo externo e interno, son lo mismo y están destrozados por igual.
«El silencio voraz»: hace alusión a cómo se siente el poeta en su oficio de escribir. Es la primera referencia en este libro en torno a este tema y nos señala: «En suspenso estallo en sílabas,/ en espejos que desgarran/ el gesto y el abandono. (…) El silencio voraz/ hiere la página».
«Tabla de mareas»: contemplación. Es lo que hace un poeta: detenerse a observar y revelarnos una realidad más allá de la que existe en nuestra propia conciencia: «Sonidos azules rasgan el pantano./ La mar, carne prohibida» o «El día pierde la cara en el agua./ Una música desova en la arena».
Fuga y presencia: aquí primera y segunda personas se confunden.
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«A pesar de las luciérnagas,/ el ocaso se vuelca en tus entrañas».
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«Un cuerpo,/ nudo de agua,/ nos señala el vacío».
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«Me duele esta danza/ de los astros/ que caen de golpe contigo».
¿Primera y segunda personas son la misma y es un diálogo íntimo? ¿Es una réplica al otro que está en frente? ¿En ese caso, quién es ese otro? ¿Es nuevamente, un poema social disfrazado de poema de amor?
En «Paisajes de luz», la tercera parte del libro, encontramos los haikus clásicos tanto en su forma como en su temática. Es la contemplación de la naturaleza. Algunos hacen referencia a Bashö (la rana, el estanque), pero nunca dejando de lado la temática de la violencia: «La luciérnagas/ iluminan el campo./ Cuerpos mutilados».
En la cuarta parte, «Las palabras son un tigre blanco», se despliega el oficio de la escritura no en general y no como receta ni como reflexión, sino como un irse hacia adentro: «Una luz antigua/ nos retorna al comienzo./ Las heridas presiden el papel».
Además, hace referencia a qué es para este poeta en particular la escritura y la poesía: «La página abre los ojos,/ su linaje de agua/ agita este cielo que huye», y lo que se transforma en él a través de la palabra: «Siento la palabra/ como un agujero en todo el cuerpo» o «La guillotina hiende la cabeza/ de quien escribe en la frontera del poema». Y lo que transforma él a través de la palabra: «El poeta calla nuestra espera/ en la noche limpia./ Como una boca, exprime/ el zumo de los nombres».
La quinta parte, «Con una tierra blanca adentro», retorna al tema de la naturaleza y el bosque de la primera parte, pero va deslizándose, adentrándose y buscando el origen propio:
«La claridad invade el sendero./ Su incandescencia ruge/ en la arboleda».
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«Siento el viento y las piedras,/ el río sepultado en mi vientre».
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«A la orilla del río/ sentada sobre estas piedras/ tejo los secretos de la lluvia/ y callo».
La sexta parte, «Abracé los hombros de una hoja», es la franca remembranza del origen y su búsqueda.
«Mis pensamientos/ tienen el rumor del Guáitara/ donde se ahoga la infancia».
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«En esta casa/ en la que el hambre renace,/ el recuerdo es un chiguaco/ que devora los ojos de la tarde».
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«Frente a la hornilla/ las manos y el fuego./ Se disuelve la eternidad».
Y como bien lo dice el mismo España Eraso: «Escribo sobre lo fugaz/, intento ser la palabra/ y la herida». Quedémonos en este «El silencio voraz», en el que la realidad mordaz y abrumadora puede mostrarse con tal sutileza y preciosismo que nos cautiva. Quedémonos con el silencio de sus versos, con este «libro de niebla», para que «entre palabras y agua» nos arropemos con su poesía.
Ena Victoria Ramírez Peñuela
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