Juana de Ibarbourou (Melo, Uruguay, 1892 – 1979). Poeta y escritora. Es considerada una de las voces más personales de la lírica hispanoamericana de principios del siglo xx, cuyos poemas tienden a la exaltación sentimental de la entrega amorosa y de la maternidad. El 10 de agosto de 1929 recibió, en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo uruguayo, el título de «Juana de América» de la mano de Juan Zorrilla de San Martín, frente a una multitud de poetas y personalidades.

Juana de Ibarbourou: El amor de un minuto comprende el idioma.

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LA HIGUERA

Porque es áspera y fea,

porque todas sus ramas son grises,

yo le tengo piedad a la higuera.

En mi quinta hay cien árboles bellos,

ciruelos redondos,

limoneros rectos

y naranjos de brotes lustrosos.

En las primaveras,

todos ellos se cubren de flores

en torno a la higuera.

Y la pobre parece tan triste

con sus gajos torcidos que nunca

de apretados capullos se viste…

Por eso,

cada vez que yo paso a su lado,

digo, procurando

hacer dulce y alegre mi acento:

«Es la higuera el más bello

de los árboles todos del huerto».

Si ella escucha,

si comprende el idioma en que hablo,

¡qué dulzura tan honda hará nido

en su alma sensible de árbol!

Y tal vez, a la noche,

cuando el viento abanique su copa,

embriagada de gozo le cuente:

¡Hoy a mí me dijeron hermosa!

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BAJO LA LLUVIA

¡Cómo resbala el agua por mi espalda!

¡Cómo moja mi falda,

y pone en mis mejillas su frescura de nieve!

Llueve, llueve, llueve,

y voy, senda adelante,

con el alma ligera y la cara radiante,

sin sentir, sin soñar,

llena de la voluptuosidad de no pensar.

Un pájaro se baña

en una charca turbia. Mi presencia le extraña,

se detiene… me mira… nos sentimos amigos…

¡Los dos amamos muchos cielos, campos y trigos!

Después es el asombro

de un labriego que pasa con su azada al hombro

y la lluvia me cubre de todas las fragancias

de los setos de octubre.

Y es, sobre mi cuerpo por el agua empapado

como un maravilloso y estupendo tocado

de gotas cristalinas, de flores deshojadas

que vuelcan a mi paso las plantas asombradas.

Y siento, en la vacuidad

del cerebro sin sueño, la voluptuosidad

del placer infinito, dulce y desconocido,

de un minuto de olvido.

Llueve, llueve, llueve,

y tengo en alma y carne, como un frescor de nieve.

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AMOR

El amor es fragante como un ramo de rosas.

Amando, se poseen todas las primaveras.

Eros trae en su aljaba las flores olorosas

de todas las umbrías y todas las praderas.

Cuando viene a mi lecho trae aroma de esteros,

de salvajes corolas y tréboles jugosos.

¡Efluvios ardorosos de nidos de jilgueros,

ocultos en los gajos de los ceibos frondosos!

¡Toda mi joven carne se impregna de esa esencia!

Perfume de floridas y agrestes primaveras

queda en mi piel morena de ardiente transparencia

perfumes de retamas, de lirios y glicinas.

Amor llega a mi lecho cruzando largas eras

y unge mi piel de frescas esencias campesinas.

Juana de Ibarbourou (Melo, Uruguay, 1892 – 1979). Poeta y escritora. Es considerada una de las voces más personales de la lírica hispanoamericana de principios del siglo xx, cuyos poemas tienden a la exaltación sentimental de la entrega amorosa y de la maternidad. El 10 de agosto de 1929 recibió, en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo uruguayo, el título de «Juana de América» de la mano de Juan Zorrilla de San Martín, frente a una multitud de poetas y personalidades. Juana de Ibarbourou: El amor de un minuto comprende el idioma.