ANIMAL NOCTURNO
Es un hecho incuestionable
que no existo en tu memoria,
que soy, apenas, un rumor de lluvia,
un animal nocturno y perdido
reflejando su tristeza en los espejos.
Soy rugosa piel a la que amaste un día,
pálidos muros divididos
por un ruido de continuas disonancias.
.
.
UN CUENTO
Cuando niña
mi padre recreaba
en un pequeño
teatrillo de cartón
un cuento.
A su lado
mis hermanos
con sus voces blancas
acompasaban la historia
de una princesa desvalida
en medio del bosque
que esperaba el milagroso
rescate de un valiente caballero.
Treinta años después
y suspendida
en la honda pesadez
de la desesperanza,
veía con estupor
que nadie pretendía
salvarme de mi abismo
y quedarse a mi lado
para compartir
una casa y una mesa
singular.
Inmerecedora
de una promesa verdadera
permanecía en la callada espera
de encontrar el amor
una mañana.
Nada … nadie… nunca.
¡Solo yo
vendría a salvarme!
.
.
SONRISA ROTA
Una pequeña mueca
en mi sonrisa rota
revelaba la incapacidad
de pronunciar un “no”
como respuesta
ante una caricia prematura.
En la mesa
serví mi cuerpo
con la mansedumbre
de propiciar al placer del otro
sin renegar de mi papel
gentil y rosado
de mujer en el mundo.
Por temor
de elevar mi voz
y controvertir un fútil
argumento masculino,
suavizaba mis palabras feroces
y me arrodillaba ante mandatos
ajenos.
Inconsciente
de la divinidad que
habitaba en mí,
aceptaba la sinrazón
de acompasar viajes ajenos
y facilitar la vida de otros
a expensas de la mía.
Mujer: en donde estés
te quiero libre
serena y dueña de ti
y de tu destino.
Alza tu voz sin temor
a incomodar y al abandono
y cuida de tu corazón acorazado
con la sabia valentía
de tu altísima valía.