Lorena Avelar (Ciudad de México, 1969). Es poeta, periodista y cronista. La variedad temática de Lorena Avelar se manifiesta claramente en sus libros. Mujer de letras, profunda y de poesía audaz. La atmósfera de su creación se inserta en una suerte de realismo, que no desconoce la magia; se distingue porque está aferrada a realidades intensas. Su obra, variada y fecunda, va desde la pasión de Demonios y pecados (1999), la ternura y la gran sensibilidad en El niño de ojos grandes (2002) hasta la brillante sencillez de sus libros de alto vuelo, líricos y geográficos, como El camino (2006), Las voces (2008) y Lejos de casa (2011). Su poesía tiene el efecto de una fuerza natural que hace revivir el destino y los sueños de un continente. Pertenece a la Sociedad General de Escritores de México SOGEM. Su visión intimista nos empuja a la melancolía, a la pérdida y el arrebato, con la dosis exacta de fuerza y abandono; quien busque una respuesta de quién fue o estuvo tras las palabras, hallará en la autora lo más privado del ser. Galardonada con varios reconocimientos como el primer premio en el Certamen de Poesía de la Juventud Mexicana CREA, Poesía en movimiento por el Partido Revolucionario Institucional PRI y el Premio de Poesía del Centro Poético de España por su obra La noche andante. Ha sido Investigadora y guionista del programa de televisión educativa Onda Libros y del programa de televisión Puedo Escribir de la Cadena EDUSAT de la Unidad de Publicaciones Educativas SEP. Autora y coordinadora de los proyectos Audio Libro Interactivo, Cabos sueltos y Saltimbanqui de Lectura en el área Académica de Enciclomedia del Instituto de Comunicación Educativa ILCE. Fungió como Directora Editorial en la Fundación Hombre y Mundo. Investigadora y Dictaminadora en el área infantil y juvenil en la Dirección de Publicaciones de CONACULTA.

Lorena Avelar: La substancia y el silencio de las glorias que estallan y una breve recomendación de su libro “El puente”, por Felipe Garrido.

ANTE TU TUMBA

Ante tu tumba lloré,

gemí y sigo hablando,

dejo el eco para que me escuches en tu encierro.

Ante tu tumba resurgen las angustias

se enjutan mis manos

un pedazo de piel se transfigura

se mojan los ojos, se desgranan.

Una parte de mí se vuelve lluvia,

la otra parte se ha ido con el polvo,

polvo y lastre que me emana.

Ante tu tumba siento la ceniza

la tierra que cubre el mármol de tu lápida

el frío roce de las noches lánguidas

el eco en las cúpulas amargas.

¿Qué somos? Sólo destierro y nada.

Un sollozo, un repaso o una lágrima.

No sabemos reír ante la ausencia

porque la soledad quema las formas

y la substancia de toda la inocencia

que crispa y me desarma.

.

.

SILENCIO

Tanto silencio se vuelve vengativo,

ni el susurro del río se equivoca;

la piedra del rencor hiere las plantas

que van dejando huellas de congoja.

Tanto rumor se calla a la negrura del puente

de tu mirada incrédula y pasmosa

que no descubre lo intenso de mi sombra.

Tanto silencio es ruido que devasta

las distintas razones que se marcan

al comienzo del final y de tu boca

que recorre los surcos de la piel y las derrotas.

El silencio es cruel y despiadado 

quiere gritar, cuando se calla, 

murmullo sedicioso y descarado

que no sabe guardar lo que provoca.

.

.

SOY

Soy consciente de mí y de mi sangre, 

vibra el cuerpo al viento

arde el cielo,

y el estrépito de mi emoción

como mi hambre.

Soy la roca que absorbe

el inquieto clamor de la intemperie

y la voz de la tierra

cuando grita su rabia

de las glorias que estallan y se encienden.

Contar mi muerte

Déjenme esta magia creativa,

esta magia de lluvia transparente;

no quiero morir,

quiero vivir para contar mi muerte.

EL PUENTE, DE LORENA AVELAR

No recuerdo la fecha, pero sí tengo clarísimo que fue mi amigo Eugenio Aguirre quien le dijo a Lorena Avelar que fuera a verme para ver si podíamos encontrar alguna forma de aprovechar su talento, su capacidad de trabajo y su extraordinaria pasión por la poesía. Era una niña obsesionada por la escritura y por la edición. Era una niña, pero había ya vivido intensamente y tenía mucho que decir. Esto debe haber sido en los tiempos en que yo dirigía Rincones de Lectura. Bastaba con verla de frente, de clavar en sus ojos la mirada, para advertir la energía que la impulsaba. Había ya escrito y leído mucho y los versos se le atropellaban en la voz y en la escritura. Era un volcán. 

Conozco muchos de los libros que Lorena ha publicado en los muchos años que han pasado desde entonces. Hemos participado juntos en muchos proyectos que ella ha impulsado con su ávida energía, y cada vez que la he visto completar un trabajo me he alegrado de que Eugenio la haya puesto en mi camino.

Y ahora que hemos vuelto a vernos me encuentro con El puente. Un libro que me ha deslumbrado por su evidente madurez. Si cruzamos nuestras miradas, vuelvo a ver en Lorena a la niña que conocí. Y cada vez me sorprende más su capacidad para mantener el impulso avasallante de su juventud al tiempo que es ahora capaz de dominar el torrente de sus palabras, de medirlas y domarlas y llevarlas a ese momento en que la capacidad de la poeta logra deslumbrarnos. Leo versos como “Mi abuela era así, como si nada”, y “ojalá te vieras con mis ojos;”, que no podré ya olvidar. Leo poemas que me acompañarán de aquí en adelante. Me gusta repetirlos:

Soy extraña en este mundo

a veces singular y a veces nada.

Soy el recuerdo de tres piedras

y el estallido de una llamarada.

Soy silenciosa cuando digo

y elocuente si declamo al alba.

Soy y no soy y a veces vivo

en este mundo aparente de palabras.

Tomo El puente, leo tres o cuatro páginas, en voz alta; me lo echo al bolsillo o lo dejo a un lado, por ahí cerca, donde lo tenga a la mano, para volverlo a abrir, en no importa qué página, donde el azar me ponga frente a alguno de sus poemas, y lo vuelvo a leer, en voz alta, como si nunca antes lo hubiera escuchado.

Felipe Garrido

Lorena Avelar (Ciudad de México, 1969). Es poeta, periodista y cronista. La variedad temática de Lorena Avelar se manifiesta claramente en sus libros. Mujer de letras, profunda y de poesía audaz. La atmósfera de su creación se inserta en una suerte de realismo, que no desconoce la magia; se distingue porque está aferrada a realidades intensas. Su obra, variada y fecunda, va desde la pasión de Demonios y pecados (1999), la ternura y la gran sensibilidad en El niño de ojos grandes (2002) hasta la brillante sencillez de sus libros de alto vuelo, líricos y geográficos, como El camino (2006), Las voces (2008) y Lejos de casa (2011). Su poesía tiene el efecto de una fuerza natural que hace revivir el destino y los sueños de un continente. Pertenece a la Sociedad General de Escritores de México SOGEM. Su visión intimista nos empuja a la melancolía, a la pérdida y el arrebato, con la dosis exacta de fuerza y abandono; quien busque una respuesta de quién fue o estuvo tras las palabras, hallará en la autora lo más privado del ser. Galardonada con varios reconocimientos como el primer premio en el Certamen de Poesía de la Juventud Mexicana CREA, Poesía en movimiento por el Partido Revolucionario Institucional PRI y el Premio de Poesía del Centro Poético de España por su obra La noche andante. Ha sido Investigadora y guionista del programa de televisión educativa Onda Libros y del programa de televisión Puedo Escribir de la Cadena EDUSAT de la Unidad de Publicaciones Educativas SEP. Autora y coordinadora de los proyectos Audio Libro Interactivo, Cabos sueltos y Saltimbanqui de Lectura en el área Académica de Enciclomedia del Instituto de Comunicación Educativa ILCE. Fungió como Directora Editorial en la Fundación Hombre y Mundo. Investigadora y Dictaminadora en el área infantil y juvenil en la Dirección de Publicaciones de CONACULTA. Lorena Avelar: La substancia y el silencio de las glorias que estallan y una breve recomendación de su libro “El puente”, por Felipe Garrido.