Lotería de los Quebrantos: Retrato de un México lacerado
Existen cosas más allá del amor y la belleza, de las cuales pocas personas quieren hablar. Cosas que lastiman, cosas que quebrantan y, aún peor; cosas de las cuales nadie está exento en un país eminentemente violento como lo es México, pues, tal y como señala Javier Gutiérrez Lozano, caer en la desgracia dentro de esta tierra es una combinación entre la estadística y la suerte.
“Lotería de los Quebrantos” se trata de un escenario absurdamente cotidiano, en donde la nota fría de los noticieros no tiene cabida, pues cada nombre y cada circunstancia tienen una mención especial. Podríamos afirmar que este libro es quizás un merecido homenaje a los cientos de miles de personas que todos los años ven sus luces opacadas por un monstruo rampante que es esta hermosa y cruel Nación, donde las costumbres dejan de sonar al compás de las balas y el llanto.
Es valiente el trabajo periodístico y poético de Gutiérrez Lozano. A decir verdad, el acto de conocer al quebrantado es, en su doble aspecto, social y puramente humano, valiente. Es así, pues no es sencillo abrir los ojos para ver al prójimo y entender su sufrimiento, así como no es sencillo darse cuenta de la fragilidad del individuo en un México tan rojo. Este sobresaliente texto aborda las injusticias y les da voz a quienes han sido enmudecidos por diversas fuerzas: Estado, transnacionales, grupos delincuenciales, la aplastante naturaleza, las costumbres, o simples actos violentos física y emocionalmente, de los que abundan en este país.
La poesía periodística no es tan común, ni tan popular. En realidad, refleja la parte dura del verso; la parte que ningún impávido enamorado quisiese dedicar y, más allá, la parte que el lector jamás quisiese sentir en carne propia. Sin embargo, esta entrega es el segundo libro de poesía periodística que nos presenta Gutiérrez Lozano, seguido de su ya muy conocido “No sólo lluvia”, el cual otrora narraba las cruentas cifras de los países yugoslavos, particularmente durante la Guerra de los Balcanes. El sabor de este libro, sin embargo, es otro:
Quizás narrar lo que sucede en la tierra que vio los primeros pasos -ahora vueltos grana- tiene un impacto y un significado especial. Quizás los que nacimos y vivimos en este México rojo, con cifras diarias en los noticieros de muertos y desaparecidos, quienes hemos vivido la injusticia en carne propia, podamos dar fe de ello. Quizás también ponerle nombre y cara a los individuos que se esconden detrás de esas cifras resulta ser profundamente doloroso.
Quizás, a diferencia de “No sólo lluvia”, este libro duele porque este libro rojinegro se escribe y reescribe todos los días en México. Todos y cada uno de los días son una nueva oportunidad infausta para escribirle a otro desconocido que está sufriendo lo inenarrable. Cada día una nueva oportunidad para llorarle al recuerdo de otro muerto, de otro desaparecido. Cada día, por desgracia, es una nueva oportunidad para que sea el último de quien lea esto. La violencia no distingue credo ni color; sobrevivir en México es una auténtica lotería.
Resulta imposible no soltar un suspiro, una mueca de dolor, un par de lágrimas o un sentimiento genuino de horror y vergüenza cuando leemos “Lotería de los quebrantos”. Pero, a decir verdad, va más allá de ser un libro que pretenda horrorizar. Parte de la función poética, como es bien logrado a lo largo de las letras, es la de concientizar, empatizar y volver parte del dolor al colectivo, pues éste es fácilmente olvidadizo al paso de las cifras. Tal vez se trata, entonces de un merecido regaño a una sociedad indolente y poco a poco más adaptada a los horrores del día a día, marcados por la sangre y el desamparo de esta espiral violenta y cruel que no parece tener límite.
“Lotería de los quebrantos” es, en última instancia, una lectura obligada., aunque ciertamente compleja, incómoda y profundamente angustiosa. La realidad, muchas veces, es una compañera despiadada. Este libro también lo es.
Pablo Gross Herrera