Este poema fue leído por Pedro Lemebel en septiembre de 1986 dentro de la intervención de un acto político de la izquierda, en Santiago de Chile. Adaptado en versión libre por Lukas Avendaño, en julio de 2011 durante 1er. Encuentro de Arte Actual, Cd. Juárez, Chihuahua.

MANIFIESTO LUKAS AVENDAÑO

MANIFIESTO

(Hablo por mi diferencia)

8 de diciembre de 1980 días

de la purísima y santísima virgencita de Juquila.

Mi abuela materna Modesta que en paz descanse

porque la atropelló un camión

Hubiera preferido que me llamaran Mariano Concepción,

pero se murió conforme con que yo respondiera al nombre

de Poncho por no decir Concha o Concho,

y hoy estoy aquí.

No soy Pasolini pidiendo explicaciones.

No soy Ginsberg expulsado de Cuba

después de declarar públicamente que por las noches soñaba

que se lo cogía el doctor Ernesto Guevara de la Serna,

más conocido como el Comandante “Ché” Guevara.

Tampoco soy un marica disfrazado de poeta,

no necesito disfraz,

aquí está mi cara. Hablo por mi diferencia

defiendo lo que soy

y créanlo no soy tan raro,

me apesta la injusticia

y sospecho de esta chueca democracia.

Pero no me hablen del proletariado, de la vanguardia del proletariado

porque ser pobre, indio, negro y maricón es peor.

Hay que ser ácido para soportarlo;

es sacarle la vuelta a los machitos de la esquina,

es un padre que te evita

porque al hijo se le dobla la patita, se le va la puerca al monte,

se le hace agua la canoa, se le voltea el calcetín,

es tener una madre de manos tajeadas por el cloro

envejecidas de limpieza

acunándote de enfermo

por malas costumbres

por malas compañías

por castigo divino

o para acabarla de chingar por mala suerte,

como la dictadura

o peor que la dictadura

porque la dictadura pasa

y viene la democracia

y detrasito el socialismo

¿y entonces?

¿qué harán con nosotros compañero?

¿nos amarrarán de las trenzas en fardos

Y nos enviaran en algún tren con destino a ninguna parte

como en el barco del general Ibáñez

donde muchos pinches putos aprendieron a nadar

pero ninguno llegó a la costa

porque las casas de Valparaíso apagaron sus luces rojas.

Por eso las casas de caramba

le brindaron una lágrima negra

a los jotitos comidos por las jaibas.

Día que la Comisión Internacional de los Derechos Humanos

no recuerda.

Pregunto,

recuerda usted esos tiempos aquellos

en que solos en la universidad algo se nos ocurría

aunque después me odiara por corromper su moral revolucionaria y cristiana.

Tuvo miedo de homosexualizar la vida,

¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?

Y no hablo de meterla y sacarla

y sacarla y meterla solamente,

hablo de ternura compañero.

Usted no sabe

cómo cuesta encontrar el amor

en estas condiciones.

Usted no sabe

qué es cargar con esta lepra

porque la gente guarda sus distancias.

Pero hay gente rete comprensiva, si vieran ustedes;

hay gente que comprende y dice

es putito pero escribe bien,

es mariconsito pero es profesionista,

es putito pero es buena-onda,

pero….a chingar a su pinche padre con su buena onda,

yo acepto al mundo

sin pedirle esa buena onda.

Pero igual se rieron,

aún tengo cicatrices de risas en la espalda

que decía que pienso con el culo

y que al primer parrillazo de la Ministerial o de la PFP

lo iba a soltar todo.

No saben que la hombría,

nunca la aprendí en el partido

de donde tantas veces me echaron

al escuchar mi voz amariconada

y riéndose decían, y va a caer, y va a caer.

Y aunque usted grita como dice que lo hacen los hombres,

no ha conseguido que me vaya.

Mi hombría tampoco la aprendí yendo al clásico de clásicos el fútbol,

otra homosexualidad tapada como el box,

la política o el vino.

Mi hombría es aceptarme diferente.

Esa hombría de la que usted se jacta

se la metieron en un regimiento algún milico asesino,

algún político asesino que aún está en el poder.

Por eso yo no pongo la otra mejilla, compañeros,

yo pongo el culo, compañero,

y ésa es mi venganza.

Mi hombría espera a

que los machos se hagan viejos,

porque a esta altura del partido

la azul derecha, la amarilla izquierda,

las coaliciones y las convergencias,

tranzan con sus culos lacios

en los tres poderes y en las universidades.

Y no voy a cambiar,

no necesito cambiar,

Soy más subversivo que usted

y para usted es el mensaje.

Y no lo digo por mí, créanlo,

no lo digo por mí, porque yo estoy envejeciendo,

pero hay tantas niñas que nacerán,

tantos niños que nacerán,

crecerán, se enamorarán,

harán el amor una y otra vez

pero no como el sexo opuesto como ha de esperarse

sino con su propio sexo;

y yo quiero que para ellos compañero,

que para ellos ellas y ellos podamos darles

un cielo rojo para que puedan volar.

Este poema fue leído por Pedro Lemebel en septiembre de 1986 dentro de la intervención de un acto político de la izquierda, en Santiago de Chile. Adaptado en versión libre por Lukas Avendaño, en julio de 2011 durante 1er. Encuentro de Arte Actual, Cd. Juárez, Chihuahua.MANIFIESTO LUKAS AVENDAÑO