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Si el hombre ha perdido la necesidad del amor
¿se dará cuenta de su soledad?
Si el hombre ha olvidado la soledad
¿se dará cuenta de su poesía?
Si el hombre ya no siente la poesía
¿se dará cuenta de la desnudez?
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-La piel,
aunque sea lejana puede palparse.
-La calidez,
aun en la mirada, abriga.
-La mirada,
incluso esquiva, intimida y duele.
Todo,
no obstante,
es permanencia.
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Ponga la palabra hastío
sobre el viento.
Arroje la palabra ropa
y siéntese sobre la palabra cansancio.
Así,
sobre la palabra desnudez
disfrute de la palabra sosiego.
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Los pies desnudos
recuerdan el pasado,
su sentir las piedras más pequeñas
y el lastimarse
llevan a un lugar remoto en la memoria
que no precisa el dónde,
sólo se regresa a él,
a ese espacio lleno de color
sin nombre.
Un roce extraño
nos regresa a otro
y su sentir indefinible
es la única evidencia
de haber pertenecido.
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Escribir en algunas ocasiones
es deplorable:
Amamos la literatura
porque nos lleva a algún lugar
donde estuvimos o soñamos.
Amamos la literatura
porque es
y al mismo tiempo no es.
Escribir es una angustia,
porque al leernos en ella
parimos un hijo
que puede ser luz o sombra.
Hoja en blanco:
Aquí tienes un hijo
para ser presencia o soñar.
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Los libros
son tan sólo una correspondencia de vacíos:
Con cada letra de ellos
se miden las distancias.
Ellos,
encienden una luz
para poder mirar dentro
y descubrir
que nada de lo que escondemos
vive tanto
como cuando lo pronunciamos
en los labios del otro.
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Tengo atadas las palabras.
La oscuridad que me abriga
lo atestigua.
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Hay quienes vivimos
con la sensación de caer
constantemente.
-Caemos al amar.
-Caemos al odiar.
-Al escribir.
Caer,
aunque duele,
es el estado más puro del ser.
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Cerrar los ojos.
Deslizar las manos
sobre el cuerpo dentro de la ropa.
-buscarlo
-encontrarlo
-palparlo
-disfrutarlo
Abrir el cuerpo al sentir
como quien abre un libro
Leerse.
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No escribir sobre los abrazos
ni fotografiarlos,
sólo contemplar su aferro.
Abandonar la idea de eternizarlos
e insistir en su fugacidad.
Callar con las manos
no como quien busca la caricia,
sino como quien la habita.
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Nunca se sabe cómo esconder tanto abandono.
Cómo no pensar la plegaria.
Cómo llorar lo insalvable
y escribir la palabra mudez
de la misma manera
en que se escribe la palabra ruina.
Escribir la palabra soledad
hubiera sido más fácil
que gritar un nombre.
Escribir la palabra noche
es mejor que soñarla.