“Si la gente no piensa que estás loca, no estás haciendo bien tu trabajo”
Guionista, autora, creativa, y defensora de la salud mental, de los derechos LGBTQ+ y de los derechos de las mujeres, Sasha Tishman nos narra su viaje hacia la recuperación a través de su arte, rompiendo estigmas, saltando barreras y rebasando límites.
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¿Cómo describirías a Sasha en 3 palabras?
Cabrona, sensible e imperfecta. A pesar del miedo, decido hacerlo. Pongo una meta, y dejo que ese miedo sea mi impulso. Y, aunque aparento ser dura, por dentro soy muy emocional. También tengo muchos defectos, soy consciente. Pero no me sirve de nada sentarme a lamentarme por ellos. Trato, sino, de plasmarlos en mi arte. Dejar que salgan en mi escritura, y hagan de algo imperfecto, algo… perfecto.
¿Qué ha sido lo más duro que has tenido que atravesar en este camino?
No recuerdo mucho mi infancia, ciertamente. Pero tuve una adolescencia muy dura. Era una niña muy volátil, y nunca supe por qué. Y en esta etapa adolescente, empecé a ser muy rebelde, muy peleonera, como si no me importara nada. Y eso causó que estuviera deprimida muchos años. Eso sí, siempre fui una estudiante de 10. Pero no fue fácil. Tuve que disimular el trabajo que era salirme de la cama, hacer trabajos, estudiar… Cuando decidí salirme de una escuela en la que me sentía muy incompleta, recuerdo claras las palabras del director… Si te sales, vas a arruinar tu futuro. Más adelante me di cuenta de que salirme fue la mejor opción. Después vino la época de la pandemia, y experimenté mi primera pérdida. Mi abuelo. Y después de él, mi segundo abuelo. Luego mi perrita, y finalmente mi abuela. Esa fue la gota que colmó el vaso. Caí en un espiral de malestar… Y ahí empecé a escribir. Me metí en mi arte, y dejé que fuera él el que reflejara mi realidad. Empecé la universidad, pero todavía no estaba bien, así que fui al psiquiatra. Escuché de todo: trastorno de la personalidad, bipolaridad, depresión, ansiedad… Hasta que, un día, un doctor me explicó que tenía una enfermedad hormonal llamada hipertiroidismo. Empecé a tomar medicinas para regular los episodios que esta enfermedad me daba. Hipomanía y manía. A veces estaba abajo, a veces arriba; pero nunca estaba en medio. Hasta que toqué fondo. Perdí a personas muy importantes en mi vida, cometí muchos errores. Pero cuando tocas fondo, solo queda ir para arriba. Regresé al psiquiatra, y me diagnosticaron con TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad).
Para no hacerte la historia más larga, empecé con medicinas para la depresión, el hipertiroidismo, y el TDAH… Pero lo más importante, es que encontré un refugio en mi arte. Yo no sé si yo voy a acabar bien, pero al menos sé que la historia va a acabar bien. Y bueno, si no termina bien, es solo una historia, ¿no?
¿Qué has escrito?
¿Qué he escrito? Más bien, ¿qué no he escrito? Me gusta mucho un poco de todo. Solo sé que me gusta escribir historias. Personas enfrentando sus demonios, su pasado, su presente… La comedia, por ejemplo, me gusta mucho. Pero comedia negra. Puedes sacar todo lo que tienes dentro, pero con un toquecito de comedia. Me gusta el suspenso, el drama, la acción… Trato de experimentar y de probar con todo, y que ese todo siempre tenga un poco de mí. Usualmente escribo sobre personajes femeninos y de la comunidad LGBTQ+, e que el resultado sea innovador. Yo por eso digo que si la gente no piensa que estás loca, no estás haciendo bien tu trabajo.
Me gusta dejar a las personas pensando. Que terminen de leer o de ver un trabajo mío, y que no puedan dejar de pensar en eso. Y aunque pasen días o años, que una parte se quede con ellos.
¿Qué le dirías a la Sasha de antes, sabiendo lo que sabes hoy?
Le diría que no es su culpa. Que siga adelante y que no tire la toalla; todo es temporal. No siempre vas a estar mal, y todos esos personajes en los que pasas tanto tiempo empeñada en arreglar, son solo escapes. El personaje más importante eres tú, y a ti es a quien tienes que cuidar.
Entrevista por: Michelle Tishman