TE BESARÉ LARGAMENTE
Te besaré largamente
mis animales sueltos en el interior de tus sentidos
amándote en tus entrañas
como esquirlas de luz
Te besaré
atravesaré tu cielo
me internaré en tus ramas
circularé en tus líquidos
surgiré de la yema de la corteza de tu tronco
me alimentaré de tu jardín
Tu voz en las colinas
y los campos inmensos
como tú los pensaste
tus animales sueltos en el interior de mis sentidos
amándome en mis entrañas
como certeza
como fruto como señal de territorio
Tu voz en las colinas
y los campos inmensos
bajo este cielo púrpura
esta delicia o cause a mitad de la lluvia
a mitad del océano
porque tu árbol enraíza
en medio de mi vientre
y esta tierra te vive
en el principio y el fin.
.
.
FOTOGRAFÍA
La noche se enciende con el roce continuo de tu cuerpo.
Pero estoy sola en esta cama desarreglada, sola en el color violeta
de los pesares. Puedo extender el brazo y alcanzar
tus viejos dibujos que no existen. Tengo la fotografía borrosa
con mi abrigo color vino,
y la cadencia de un recuerdo feliz, entre lágrimas.
Todos los pesares acercan al mar.
Todos los pesares se aproximan al llegar la tarde con el canto de las cigarras.
Puedo ir un poco atrás y divisar de nuevo las azoteas.
Estoy tirada como siempre sobre la cama. Tú haces planes y yo te acompaño
con mi sonrisa. Creo en un futuro incierto,
un nebuloso paracaídas que desciende del pasado hecho cielo
como oscuro designio de los dioses.
Este cuarto es un préstamo como lo fue el útero de mi madre.
Todos los pesares acercan al mar.
Todos los pesares nacen de las olas y regresan al mar.
Elevaré mi sueño, haré volar las sábanas, que la cama gire suspendida;
entre papeles de nubes me acompañarán tu sombrero y tu paraguas,
tus guantes de invierno, tus palabras y rencores,
el entresijo de la rutina. Cierro el postigo:
el viento viene cargado de reclamos.
Todo da vueltas en este cuarto prestado que es la vida.
.
.
[ESTA HERIDA MANA BAJO LOS CIELOS…]
Esta herida mana bajo los cielos
mana de sus cabellos
tu cuello
la espalda
la piel más mármol
y durazno
el pelo alzado
Puedo entrar al silencio que de golpe da el agua
puedo entrar a la calma
que es silencio que llama
puedo entrar a la llama
que desgrana la herida
un jarro un vientre
grifos de largo pico
La cicatriz también es un pasillo
de manos breves
de pétalos serenos
Al borde del estanque al fondo de la alcoba
el silencio brilla
mece tus años
acaricia
Álamos de la alfombra sabinos entre sábanas
la casa iluminada desde tu fuego brota
y esta muchacha espera
Bajo los cielos
cercados de ventanal y muro
clausuradas las puertas las aldabas
presas que el espacio cercena
ellos trenzan sus astas
embisten a lo ancho lo bajo
del pecho lo hondo
Tras los cristales cerros
ciervos
Ojos por la herida
cuellos
Herida de Dios
Esta herida mana bajo los cielos
mana de tus cabellos
la espalda
la piel más mármol
y durazno
el pelo alzado
pude entrar al silencio
del agua
pude entrar a la llama
La cicatriz también es un pasillo
un vientre
y al borde del estanque
una muchacha
asoma como si se entregara.
.
.
[ERA AGOSTO Y ERAS TÚ…]
Era agosto y eras tú
y toda la parsimonia un calor que espejeaba
bajo las vigas de los álamos en pasadizos nubilosos
El púrpura intenso del follaje disolvía los cuerpos
La niebla abrazaba
Los pájaros las nubes
El lago de nubes que cubre nuestra casa
Tu cuerpo el bosque acelerando su ritmo
el corazón del bosque bebiendo nuestros pasos
y el tropel de caballos a galope encendido
La flor más tibia de tu cuerpo abría
La jacaranda echaba alfombra y un jardín a tus pies
y al borde del estanque tensábanse
lienzo de su esmero
como tus arrebatos
las cúspides del fuego
Ese abaratamiento
esa cautiva humillación
Mármol día de manos breves
Soles día que huía
Por los peldaños de la biblioteca el azul indomable de los árboles
La dorada rejilla
los asientos de cuero suspendidos
Lomos del libro abriéndose en su albergue de plata
Nubes en lo hondo del techo
Nubes papeles dispersos como golpes de lluvia que la diosa lanzaba
La flor más tibia de tu cuerpo y el tropel de caballos labios latidos
El sol perdiéndose en la distancia
El rumor creciente la canción del follaje
El latín dominaba las tardes densas como reptiles
con sus nubes de moscas
Nuestros cuerpos hundidos
Ese diván la lengua ese jardín de lenguas bajo la cerradura
El sol el hielo ardiente de la página
abriéndose a otro cielo de ala enmohecida
otro cielo el moribundo pez
carnada de la melancolía
esa lluvia esa u ese furor del mar
goteando
mojando nuestra sombra
empapaba el cabello
las finas terminales con mis dientes
bajo de ti
el golpeteo de la lluvia el marco humedecido
Desatabas mis trenzas
Me llevabas al cielo con tu roce de uñas de mi cuello a la nuca
La saliva del verbo conjugaciones pupitres en las aulas lejanas
Arrojados de sí la saliva del verbo
El rumor de los cisnes
Ese oleaje de arena
de saliva del verbo
Sal sal a la luz de esta declinación
Los días se apagan como una veladora en lo oscuro del cielo
Sal sal de ti
Un movimiento y otro lejos de Dios
Un movimiento hacia Dios
Por más que lo medite quedaré tajada
Sal vuélvete paloma que muero de la luz del agua donde llamas
.
.
LA CASA
La casa que construiste fue arrasada
Vi cómo sucedió
cómo se desprendían paredes y ladrillos
El techo voló
sobre los huesos
y el paisaje entre la hierba abrió
echó raíces bajo las plantas de mis pies
Estoy anclada
y esta casa mojada por la lluvia
esta casa azotada por el viento
hecha polvo
y materia que crece
Esta casa soy yo
.
.
PIEDRA
En esta piedra yo te espero
en el estómago en el regazo de esta piedra
junto al río cuyas aguas dejaron cicatriz
Como jauría con hambre
como perro
te espero
sobre la piedra que contempla
las grandes aguas que no volvieron más
la vista fija de las vacas que la tarde apacienta
estrellas caídas las botellas que alguna vez
guardaron la pureza
Excepto tú todo pasa
y todos pasan por aquí
Excepto tú
por esta piedra
pasan
y en mi mente
quedan
como regalos
de tu ausencia