LA MONTAÑA
A Matías, mi hijo que ha nacido
Con el abrupto mismo de un hallazgo
nos comenzó la vida al ritmo de tu llanto.
Y fuimos desde entonces la alegría,
el color más vivo en tus mejillas,
la esperanza que has traído apenas con tu nombre,
Aquí, en tu casa enorme
-que es mi vida,
has hecho de tus gestos el portarretratos
la sonrisa que llevamos en la billetera
y un tiempo que contigo es el aroma del jardín.
Porque digo casa y es tu nombre,
porque finjo ser mesura
pero me hallo siendo el todo al ser tu padre.
Y entonces soy ventana y tu paisaje,
meridiano brote con olor a azúcar,
agua que recorre un río para ser el mundo.
Te convoco propio y llueve en mis ojos
la nostalgia de desearte
de añorar tu sobresalto,
tu sonrisa interminable que impregna
todas mis palabras,
como: calor, río, montaña,
la cima que alcanzará mi boca
cuando haya que hablar de ti en la cena.
Porque si digo tu nombre digo:
piel, ave y montaña,
parvada de ilusiones que levantan vuelo
ante el invierno.
Eres el comienzo, la vendimia,
incendio del océano al abrir tus ojos,
atmosférica caricia sosegada de mi alma;
eres cielo, mar y tierra,
el motivo de mi huella,
la sombra de mi rastro,
el clamor, la gloria,
el inocente anclaje del amor por siempre,
la sustancia del futuro,
la pureza del que ama sin heridas;
así
igual como te amo yo.