Paul Celan (Chernivtsi, Ucrania, 1920 – 1970). Poeta rumano de origen judío y habla alemana, considerado por la crítica internacional como el más grande lírico en alemán de la segunda posguerra. Su obra poética, compuesta entre 1938 y 1970, abarca unos 800 poemas. Su estética, influida por el surrealismo, rica en imágenes bíblicas y de difícil traducción, especialmente en su última época, expresa el sentimiento existencial de lo absurdo de la vida moderna y la imposibilidad de la comunicación, y se enfrenta con angustia a la paradoja de expresar la agonía judía en la lengua del exterminador. Al fin de su vida, sus versos se vuelven cada vez más crípticos, quebrados y monosilábicos.

Paul Celan: La poesía puede ser todos los océanos en una tumba.

HABÍA TIERRA EN ELLOS

Había tierra en ellos

y cavaban.

Cavaban y cavaban y pasaba así

el día y pasaba la noche. No alababan a Dios

que, según les dijeron, quería todo esto,

que, según les dijeron, sabía todo esto.

Cavaban y nada más oían;

y no se hicieron sabios ni inventaron un canto

ni imaginaron un lenguaje nuevo.

Cavaban.

Vino una calma y vino una tormenta

y todos los océanos vinieron.

Yo cavo y tú cavas e igual cava el gusano 

y aquel remoto canto dice: cavan.

Oh uno, oh nadie, oh ninguno, oh tú:

¿Adónde iba si hacia nada iba?

Oh, tú cavas y yo cavo, yo me cavo hacia ti,

y en el dedo se nos despierta el anillo.

.

.

FUGA DE MUERTE

Leche negra del alba la bebemos de tarde 

la bebemos de ocaso y de mañana la bebemos de

noche

bebemos y bebemos

cavamos una tumba entre los aires allí se yace cómodo

Vive un hombre en la casa que juega con serpientes

él escribe

escribe cuando cae la noche en Alemania tu cabello 

dorado Margarete 

lo escribe y luego sale de la casa y brillan las estrellas 

le silba a su jauría

le silba a sus judíos pide que caven una tumba

en tierra

nos ordena tocar hasta bailar

Leche negra de alba te bebemos de noche

te bebemos de día y mediodía te bebemos de tarde

bebemos y bebemos

Vive un hombre en la casa que juega con serpientes

él escribe

escribe cuando cae la noche en Alemania tu cabello

dorado Margarete

Tu cabello cenizo Sulamit cavamos una tumba entre

los aires allí yace cómodo

Él grita caven hondo los otros canten toquen

él empuña el acero del cinturón lo blande sus ojos

son azules

ustedes claven hondo con las palas los otros 

continúen tocando hasta bailar 

Leche negra del alba te bebemos de noche

te bebemos de ocaso y de mañana te bebemos 

de tarde

bebemos y bebemos 

vive un hombre en la casa tu cabello dorado 

Margarete 

tu cabello cenizo Sulamit juega con las serpientes

ÉL grita toquen más melodiosa la muerte la muerte

es un maestro de Alemania

él grita toquen más oscuro los violines entonces

subirán el aire como el humo

entonces una tumba tendrán entre las nubes allí se

yace cómodo

Leche negra del alba te bebemos de noche

te bebemos ahora a mediodía la muerte es un maestro

de Alemania

te bebemos de tarde y por el día te bebemos y bebemos

la muerte es un maestro de Alemania sus ojos son

azules

te alcanza con su proyectil de plomo te alcanza con

su buena puntería 

vive un hombre en la casa de tu cabello dorado

Margarete 

le silba a su jauría nos concede una tumba sobre el aire

el juega con serpientes y sueña ya despierto la muerte

es un maestro de Alemania 

tu cabello dorado Margarete 

tu cabello cenizo Sulamit.

.

.

BAYA DE LOBO 

Pasen el cerrojo: hay

rosas en la casa.

Hay

siete rosas en la casa.

Un candelabro de siete brazos

en la casa.

Nuestro 

hijo 

lo sabe y duerme.

(Lejos, en Mijailovska,

en Ucrania, donde ellos

me asesinaron padre y madre: ¿qué

florecía allí, qué 

flores? ¿qué

flor, madre, 

te hirió

con su nombre?

Madre, tú

que decías “baya de lobo”, no:

lupino.

Ayer 

vino uno de ellos

y te asesinó

de nuevo en mi poema.

Madre, 

madre, ¿qué mano te apreté

cuando fui 

con tus palabras

a Alemania?

En Aussig, siempre decías, en 

Aussig, sobre el Elba

en fuga,

los asesinos, Madre

vivían allí.

Te escribí cartas.

Madre, no llegó respuesta.

Llegó una respuesta.

Escribí cartas.

Madre, ellos escriben poesías.

No las escriben, 

si no fuese por el poema 

que escribí para ti 

y para tu Dios 

Loado sea, dijiste,

y alabado tres veces

Amén.

Madre, se callan,

permiten 

que la maldad

me difame.

Madre, nadie

responde a los asesinos.

Madre, ellos escriben poesías.

Oh, Madre

cuántos campos ajenos

llevan tu fruto!

lo llevan y nutren 

a los que nos asesinan.

Madre, estoy

perdido.

Estamos perdidos.

Madre, mi hijo

se parece a ti.

Pasen el cerrojo.

Hay rosas en la casa.

Hay siete rosas

en la casa.

Un candelabro de siete brazos

en la casa.

Nuestro hijo

lo sabe y duerme.

Madre.

*

“Todo poeta habla siempre en causa propia y nunca en otra; y lo llamará egocentrismo sólo el que (adrede) no tiene en cuenta que esta «causa» propia del poeta y sólo de él, o sea lo dicho en el poema, se difunde al pensamiento de cada cual”.

**

¿Quién dice que se nos murió todo cuando se nos quebraron los ojos? Todo despertó, todo comenzó.

***

«El poema puede ser una botella arrojada al mar, abandonada a la esperanza  -tantas veces frágil, por supuesto- de que cualquier día, en alguna parte , pueda ser recogida en una playa del corazón tal vez».

****

“La poesía es una especie de regreso a casa”.

Paul Celan (Chernivtsi, Ucrania, 1920 – 1970). Poeta rumano de origen judío y habla alemana, considerado por la crítica internacional como el más grande lírico en alemán de la segunda posguerra. Su obra poética, compuesta entre 1938 y 1970, abarca unos 800 poemas. Su estética, influida por el surrealismo, rica en imágenes bíblicas y de difícil traducción, especialmente en su última época, expresa el sentimiento existencial de lo absurdo de la vida moderna y la imposibilidad de la comunicación, y se enfrenta con angustia a la paradoja de expresar la agonía judía en la lengua del exterminador. Al fin de su vida, sus versos se vuelven cada vez más crípticos, quebrados y monosilábicos. Paul Celan: La poesía puede ser todos los océanos en una tumba.