AUTORRETRATO COMO UN ARCE EN EL OTOÑO
Quisiera ser, no el árbol
negro de Rilke contra
un cielo al atardecer
sino uno de hojas rojas
amarillas y anaranjadas
bajo un cielo de lluvia
Ya lo sé, algunos dirán:
será muy engreído, histriónico
será, qué si arce en otoño
Mas qué les digo, este verano
no quiso dejarnos y el otoño
ha sido uno de sequías
y calores, Qué lindo sería
saber que mis hojas al caer
proveyeran cobertura
y albergue hibernal
a insectos no migratorios
antes de entregarse
a la descomposición
que le tocará a todo lo material
Pero he llegado a la fiesta
tarde, la sequía de la primavera
se convirtió en un verano
de incendios y un otoño de calores
Al parecer el dj toca la última canción
pardo es y pardo será el color de mis hojas
y ellas caerán fuera de estación
CANCIÓN DE ALTO PÁRAMO
Al llegar a esta tierra envuelta en nubes
que nunca obedecieron la voz de Dios
cuando mandó que las aguas de abajo
se separasen de las de las de arriba,
monte en que no se puede distinguir
entre tierra inundada y cielo empapado,
te pregunté si las coronas amarillas
del frailejón son el peine que carda
el agua del cielo o si son los puntos
que cosen nube a tierra. Me abrazaste
y me dijiste: No importa. Tenme, tenme
como la espeletia mantiene nube
y tierra juntas, remoja tus raíces
y tu copa en mi hasta quedarte calado.
MIENTRAS OJEABA UN POEMARIO DE FERLINGHETTI EN LA LIBRERÍA CITY LIGHTS
hoy cruzamos el Puente a pie y bajamos hasta Sausalito
luego tomamos el transbordador de regreso a la ciudad
y caminamos hasta la librería City Lights—
Bukowski, O’Hara, Rexroth, Kerouac, di Prima, Lorde, Lhin
poetas que celebran el cuerpo y cómo esta carne codicia caricias
y esta lengua apetece gustar, lamer, el que yo me encuentre frente a ti
venimos a cuenta de Ferlinghetti, porque la poesía
es un arte de insurgentes y City Lights es una torre, un faro
y allí están las ciudades de Calvino, los suicidios de Huey Newton,
el ensayo de Davis sobre las cárceles, Montaigne en edición bolsillo
Rabelais, las muchas preguntas de Jabés, Whitman, Aullido
en una foto al lado de la puerta que dice—
retretre para empleados sin ninguna excepción
Dylan se esconde en el sótano con Ginsburg y en otra al otro lado
un poeta buenmozo vende libros proscritos y censurados
libros todavía no expurgados de sus obscenidades, libros llenos de cuerpos
libros que celebran lo más animal, lo más corporal de nuestros cuerpos
escojo una antología de Ferlinghetti, me agacho para sentarme en un escabel
y miro alrededor de mí como un perro asustado y llamo a la dependiente
ayer venimos en tren desde Los Ángeles
subimos la costa barrida por el viento, pasamos por Santa Bárbara
y te conté de la primavera que trabajé de tendero en un mercado orgánico
en las afueras al norte de la ciudad, de las harturas de fresas que me daba
pero nosotros empobrecidos por el viaje comimos porquería barata
mientras entonábamos canciones de Dylan::
—Llévame hasta California, niña—
y hoy cruzamos el puente Golden Gate y bajamos a pie hasta Sausalito
para comer una ensalada, la caminata y las verduras de hoja aflojaron mis tripas
y ahora me encuentro sentado delante de la dependienta como un Sancho Panza
con una barriga llena de borborigmos y le pido usar los servicios
pero aquí, en este faro, en esta casa de palabras con estantes llenos de papel
no hay lugar donde pueda a sentarme y contemplar
no hay lugar donde pueda deshacerme de esta carga tan material