DIEZ MUJERES
Por un largo tiempo
no han amenazado a nadie con el suicidio:
han dominado el uso de rojos labiales
y cómo dar mensajes confusos
a los amantes posibles.
Recientemente
han comenzado a lanzarse de los décimos pisos:
diez mujeres lanzándose del décimo piso;
nueve de ellas eligieron las escaleras,
sólo una voló alto,
lejos en el cielo…
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LAS AMANTES
¿Quién te ha hablado de las amantes?
Somos guardianas secretas de la noche.
Ligeramente conformes con su suerte,
los hombres “sonríen sus sonrisas ocultas”.
(Silentes como una plaga,
malditas como una plaga,
desplazadas como una plaga)
Un beso significa el exilio. Secuela
tras secuela en defensa de estos labios.
Nuestros pechos aterrorizan.
Alguien ha olvidado etiquetar nuestros cuerpos.
Lo que se olvida, reaparece –
un abrigo que dormía, despierta.
Nuestro perfume- al que llamamos HUERFANO-
se adhiere como una huella.
Y todavía…
somos una prueba de todo lo que puede negarse.
¿Quién te ha hablado de las Amantes?
Siempre que hay un susurro
existe un fuego en la boca.
Pssst…señorita, señorita,
disipa el incienso,
coincidencia planeada.
Y todavía…
hay siempre una mujer detrás de todo.
¿Agotada? ¿Con necesidad de una picazón por rascar?
Podemos arrugar la cama matrimonial.
¿Quién te ha hablado de las Amantes?
Aunque no contemos las sombras en la pared
ni sirvamos desayunos miserables,
(nosotras no comemos,
nosotras no contamos,
nosotros no sabemos de miseria)
en nuestros bolsos cargamos sonrisas de repuesto –
pueden usarse como respaldo para la infamia que exige el narrar.
De familias y migajas suburbanas
hemos caído.
Nadie nos recogió.
El diablo nos ha lamido en el piso
y fue entonces que nacimos.
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APRENDIZ DE PIES DESCALZOS
Un bosque de tus rostros
está golpeando a mi puerta
y sus árboles no saben bailar tango.
Cuando en mi negación chocan tus rostros,
fluye una deliciosa sospecha
que me recuerda cómo creer en ti.
Me quito los zapatos antes del amor
-requisito para el tropiezo-
como cualquier aprendiz de pies descalzos.
He caído en el hacer creer,
he salido manchada por lo que una pérdida parecía,
pero no he podido recuperar mi marcha.
He visto un zorro vegetariano
que no podía alcanzar la carne en la historia,
pero él devoraba las rosas.
Cuando de nuevo porto mis zapatos….
una versión modificada del pasado
corre cargando el año que pude recuperar.
Un año recuperado que quizá signifique:
no supe creer en sábanas de amor, ni en zorros vegetarianos,
ni en árboles que bailen tango
cuando se ven aterrados por el calentamiento global.