Te esperaré
Te esperaré aquí, entre las flores y las velas, entre las luces los y cantos. Te esperaré sentada, hasta que el polvo se disipe y las lluvias se vayan, limpiando la tristeza de las calles a su paso.
Te esperaré en la casa que huele a caña, que huele a atole, que huele a ti; y no habrá más tierra en mi garganta, ni lágrimas que nublen mis ojos. Te esperaré aquí, adonde teníamos que vernos antes, en otra tarde, en otro tiempo.
Te esperaré bajo las nubes y el papel picado; entre el caramelo, el chocolate y el café. Te esperaré aquí, hasta que las luces de neón se apaguen y se prendan los cirios. Entre los rezos de los ancianos y las abuelas y las miradas cristalinas de los niños. Y vendrás sin miedos y ya no habrá más gritos.
Y pondré un círculo de sal que proteja tu alma y pondré un vaso de agua que refresque tus sueños; hasta que vuelvas tú, hasta que vaya yo, hasta que volvamos a estar juntos.
Te esperaré porque sé que volverás, así como todos han vuelto.
Te esperaré aquí, entre las flores y las velas. Entre las luces y los cantos…
Escribiré sobre ti…
Voy a escribir sobre ti lo que nadie ha escrito,
escribiré tus ojos cansados y tu mirada triste,
las arrugas de tu frente,
y tu barba que nace y después muere.
Escribiré el color de tu cabello y el sonido de tu voz,
tu sonrisa y las manchas de tu rostro.
Escribiré el nombre con el que naciste, el que te dí yo
y a los que has renunciado,
Los lunares en tu brazo y las venas de tus manos.
Escribiré tu sombra en la recámara sepia
y tu reflejo en el vidrio de la estación,
escribiré sobre tu barco y la forma en que arrojas tu sudadera,
el rictus de tu amargura,
la forma en que abrazas la soledad.
Escribiré sobre los coros y las marchas,
sobre el bosque y el hielo,
sobre lo que eres, lo que no eres
y la forma en que no fuimos.
Escribiré las canciones que no escuchamos juntos,
y cantaré las que sí.
Escribiré sobre los amoríos,
a forma de catarsis,
sobre Ucrania y la música de arrabal,
sobre la mufa de plata,
sobre mi propia burla.
Escribiré sobre ti lo que nadie ha escrito,
inventaré historias,
recrearé mentiras.
Escribiré tus pasos al caminar
y tu forma de besarme a distancia.
Escribiré cada nota que me arranque el alma,
cada llama que prendas e incendie mi pecho.
Escribiré cuando embravezcas y cuando estés en calma.
Cada que tú escribas,
cada que desaparezcas.
Escribiré porque de todo aquello que escriba sobre ti,
solo me quedarán letras…
Suposiciones
Estamos entre las Noches Blancas de Dostoievski y los símbolos incomprensibles de Innana; carreteras interminables, cúspides y barrancos. Escribo sobre el lienzo en blanco ¿café o cerveza? – algunos dicen que el fin está cerca-
Fragmentos dionisíacos -inconexos e incompletos- tuyos, míos -de ambos- mientras llueve o el sol hace hervir el cielo.
El dos es nuestro número, como los sueños y los sofás. Supongamos que andar a la deriva no es perderse, que pensarse de vez en cuando no es caer en un hoyo negro. Supongamos que no hay nexos – solo la imaginación que juega con los placeres de la materia a escondidas de los demás e inclusive de nosotros mismos / Supondré que nunca he escrito tu nombre, supondrás que lo ignoras / Suposición – conjeturas soberbias como tu rostro
Suposiciones: palabras sin pronunciar – escritas- en el vaivén de las olas del océano del que nos vaciamos al despertar.